Espiral de Saraswati

viernes, 24 de septiembre de 2010

ENRIQUE SOLINAS: DOS POEMAS


  La obra de Enrique Solinas tiene  la marca de lo intenso y a su vez la cualidad de simbolizar lo inapresable, lo sutil, lo intangible de la vida. Sus poemas encuentran correlato en un universo narrativo que construye con solidez un espacio coherente con la misma visión del mundo que subyace en sus poemas. Quizá por eso los relatos de Solinas se caracterizan por su singularidad y su ambigüedad, lo que no deja de ser un valor en tiempos en los que la narrativa ha quedado acorralada muy cerca del testimonio.  En estos dos poemas  lo efímero y la incertidumbre  alcanzan el tono  exacto que permiten entender  el reconocimiento que indudablemente Solinas tiene como poeta.




El Rostro de Dios
                                               a mi madre, in memoriam

Esa mujer
extendida hasta nunca debajo de la sábana
no muestra signos de respiración.
Apenas es el resto de una imagen,
el personaje principal en bastidores
no disponible para despedidas.
Hacia los costados,
sus brazos se alargan y tocan el infinito.
Las manos se apoyan en oriente y occidente
sin ganas ya,
sin intención.
Descorro la sábana y al mismo tiempo
vuela una mosca como ninfa sorprendida.
He aquí la cuestión:
sus labios entreabiertos y la piel extraña
contrastan con el gesto de una sonrisa,
y el único signo de vitalidad
es la mosca
que ha bebido toda su respiración.
Si la mujer sonríe es porque sabe algo
que nunca terminó de decir.
Si la mujer sonríe
es porque nos ha engañado
y nunca sabremos el motivo.
Pasa el tiempo como la vida pasa,
como pasa lo bello y lo triste.
Luego la abrirán en dos
para saber la causa de su fallecimiento.
Luego,
su rostro cambiará y será otra,
alguien desconocido.
Ahora sé que éste es el rostro de Dios:
una mujer que se va y la mosca que sonríe,
compartiendo la misma despedida.
Tan sólo nos queda
cubrir el cuerpo de la desesperanza
y contemplar el aire de la noche,
fatal y divino.




Contemplación

Tanto mirar el otro lado de las cosas que no se sabe en qué lugar está la verdadera mirada; 
y si de algo sirve este decir que nadie escucha; y si de algo sirve este decir que a nadie dice.
         
El Hijo de la Oscuridad miró perplejo la raíz del mundo
y cantó la melodía más hermosa del invierno.
         
Todos los días se levanta con su cuerpo rojo
y abre su corazón como un pañuelo en llamas.





Enrique Solinas, poeta, narrador y escritor argentino. Nació en Buenos Aires el 11 de Julio de 1969. Profesor en Letras y Ciencias de la Comunicación y Licenciado en Letras. Desde 1989 colabora con publicaciones de Argentina y del exterior, y ejerce la docencia. Publicó en poesía: Signos Oscuros (1995), El Gruñido (1997), El Lugar del Principio (1998), Jardín en Movimiento (2003) y Noche de San Juan (2008). En narrativa publicó: el libro de cuentos La muerte y su conversación (2007). Por su labor literaria obtuvo varios premios, entre ellos, el 1er. Premio Rotary Club Bienio 1990/1991, 1er. Premio Nacional Iniciación Bienio 1992/1993, de la Secretaría de Cultura de la Nación, el 1er. Premio Dirección General de Bibliotecas Municipales de Buenos Aires 1993, Mención en los Premios Municipales de la Ciudad de Buenos Aires a la Producción 1994/1995, Subsidio Nacional de Creación de la Fundación Antorchas, Concurso 1997 de Becas y Subsidios para las Artes, el 1er. Premio Estímulo a la Creación año 2000 de la Secretaría de Cultura de la Nación, el 1er. Premio de Cuento Fantástico 2004 de la Fundación Ciudad de Arena y la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Mención Especial, Concurso Dorian 2007, por la Promoción de la Diversidad y la Cultura, Lima, Perú, etc. Su obra y forma de parte de antologías nacionales e internacionales, siendo parcialmente traducido al inglés y al portugués. Actualmente, además de la poesía, su actividad incluye la narrativa, la crítica literaria, el periodismo cultural y la investigación



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