Espiral de Saraswati

sábado, 25 de febrero de 2017

OSVALDO MAZAL: "DARWIN POETA"



                                          

                                                         Aproximaciones a una novela inabarcable

“Darwin poeta” es antes todo una novela de confluencias, lo  primero que se intenta confluir  es la ciencia y el arte, al punto que a un científico como Darwin se lo convierte en poeta y narrador. En ese juego sutil y divertido la historia se va tramando en varios  espacios y en distintas épocas. Mediante un tono ameno y la construcción de situaciones imaginativas y atrayentes la voz narrativa se introduce en variantes especulativas sobre acontecimientos y personajes. Puentes, confluencias, conexiones inusitadas, todo tiende a concatenarse y a fluir  en el macro espacio del tiempo y de las geografías terrenales. Desde la Rusia stanilista a un Darwin que recorre las costas del Atlántico en Brasil hasta la Patagonia argentina o retorna al orden victoriano de Inglaterra para recaer en la ciudad de Posadas donde sociedades secretas con marcado tono irónico urden conspiraciones debatiéndose en un límite que roza lo absurdo.
   El narrador como puente entre la historia -en la que lo referencial y lo imaginario se van compenetrando- y un lector que necesariamente debe entregarse a la voluntad de esa voz, tiene por momentos el ropaje del “relator” como esos personajes que introducían la acción “mostrando” y comentando lo que ocurriría en el teatro clásico. El narrador se hace preguntas y opina sobre lo que va narrando. Falsedad y veracidad son dos polos implícitos en una novela que se adentra en el juego lúdico de lo apócrifo. El narrador como mediador, este narrador  que sabe  pero que también desconoce,  se ocupa de facilitar el acceso al conocimiento al lector pero al mismo tiempo expone su desconocimiento que opera como materia de investigación.  Es un narrador versátil, plástico, errabundo,  no le teme a la vacilación sin perder su carácter incisivo. La figura del lector está dentro del relato. El lector es invocado y convocado al movimiento lúcido de mirar que planteó un narrador que adquiere de pronto la condición de un cómplice,  que mira los acontecimientos con cierta indulgencia y un humor ligero o, acaso, blando y que  a través de sus preguntas asume las inquietudes del lector, se ubica en su lugar pero merodea, va y viene, tiene un  tono móvil y juguetón.
   La novela fue edificada sobre una consubstanciación o un parangón constante entre vida y obra de arte y entre ciencia y arte o, si se quiere, entre ciencia y cultura.  Dado que el mecanismo predominante es el de confluir,   confluyen lenguajes en un mismo espacio, el del relato, el lenguaje clásico, mechado con coloquialismos y regionalismos, confluyen también las estéticas, el narrador busca lo semejante y lo expone explícitamente.  Y cuando enuncia las diferencias es en pos de eludir aquello que no está confluyendo para despejar el panorama y seguir buscando coincidencias en todo lo que existe. Esta novela hecha de puentes, conexiones, concurrencias en la que todo tiende a enlazarse y a fluir en el macro espacio del tiempo y de las geografías terrenales nos plantea cruces que encabalgan niveles de escritura, puntos de vista, posturas estéticas y también cosmovisiones. Pero lo que se encauza lo hace mediante constantes bifurcaciones, es un movimiento que resulta de un  proceso indetenible de expansión. Es curioso que esto se haya  logrado sostener a lo largo de una extensa novela sin que se haya perdido el eje. Podría afirmarse que es la mirada, el enfoque el que busca coincidencias, homologaciones, espejos, intentando dar cuenta de un orden universal mientras el procedimiento literario no hace más que dispersarse buscando acaso márgenes cada vez más distantes.
    Por otra parte en esta novela se ponen en escena a través de la voz de un  narrador múltiple, los distintos géneros literarios, subgéneros, recursos, estilos y propuestas estéticas  mediante el matiz del humor, un humor discreto  e inteligente.  El texto se plantea como una confrontación  con ideas estéticas, estructuras literarias clásicas o anquilosadas y la posibilidad de renovación del género, de esta forma la  novela se convierte en una búsqueda y un interrogante sobre esa cuestión planteada en el seno mismo del argumento, entramada en la peripecia como una pericia más, se presenta  así una reflexión sobre el género,  la literatura en general, la ciencia y el arte. 
    Cabe señalar que el humor entre sus muchas funciones cuenta con la de ser conector de nociones opuestas, oficiando así de puente entre la polaridad que encapsula los conceptos en antagónicos irreconciliables.  En este sentido el recurso del humor desde la mirada aguda se entronca con la voluntad de integrar y conectar lo disperso. El narrador se hace cargo de los procedimientos y parodia y expone  sus opiniones sobre ellos. Desde la novela sentimental a la policial, desde el esquema de la tragedia clásica al género epistolar, desde la novela psicológica a la de aventuras, desde un discurso joyceano a las pautas genéricas de un realismo mágico, con una actitud divertida y  un resultado sustancioso, van surgiendo las distintas modalidades que han pretendido estructurar los textos literarios a lo largo de la historia.
  Podría afirmarse que es en el tratamiento de los personajes  donde el autor plantea un reto, el enfoque se basa en el empleo de  lo paródico, sin duda. Parodia en tanto texto paralelo que opera en distintos planos: se parodian los géneros, el modo en que fueron presentados los personajes en las distintas novelísticas y también diversos recursos literarios.  El personaje como categoría fundamental de la novela es puesto bajo la lupa. Los personajes son viviseccionados con humor, son una plastilina que el narrador va contorneando a medida que avanza el relato y lo hace ante los ojos lectores, los va diseñando y descubriendo a la vez, como un Golem. Sí, como un Golem, los personajes parecen estar hechos de barro, no es inocente ni casual la mención del Golem a lo largo de toda la novela. El proceso de descubrimiento de los personajes se desarrolla mediante preguntas, indagaciones, auscultamientos que el narrador va realizando sin disimulos. Este es un narrador que sabe lo suficiente como para sostener la historia pero a la vez ignora  algunos otros aspectos  y en esto se equipara al lector, se convierte en cierta medida en el que participa de las características del lector  gracias a este desconocimiento que lo va enfrentado a algo parecido a una sucesión de puertas que podrían abrirse.
    La caracterización del personaje corre paralela a la rigidez también porque los personajes parecen cotejarse con su tradición clásica y el empleo que se hizo de ellos, de allí el recurso de la parodia pero al mismo tiempo no carecen de interés porque son analizados, hay un doble juego  en la forma en que son presentados, se los está midiendo con una tradición ya establecida y por lo tanto un poco remanida y no por eso carecen de atractivo pero por otra parte se los está “descubriendo” como si a pesar de su aspecto ya catalogado pudieran ofrecer aristas novedosas. Resulta difícil no percibir que las escenas de amor entre Darwin y Ofelia, y entre  Víktor   y Elsa no están siendo satirizadas dando por sentado que detrás hay una larga procesión de discursos narrativos, cinematográficos, televisivos y hasta si se quiere fotonovelescos que agotaron sus recursos. El personaje es aquí un poco máscara y un poco humano, la condición autorreflexiva del narrador los van enfocando desde distintos ángulos y uno de ellos es el del estereotipo, están sujetos al estereotipo parece decirnos el narrador pero no por eso han perdido su vitalidad. La marca en la escritura del estereotipo encontró en el apodo que va mutando según el peso del argumento opera sobre los personajes. Los apelativos adjudicados a un personaje van cambiando a medida que la trama los ubica en situaciones diversas y en esa calificación inmediata y volátil el personaje se aleja inconmensurablemente de la estatura de una Ana Karenina, de una Madame Bovary, de un Papá Goriot, porque  el narrador  satiriza su perfil al categorizarlos con tantos apodos, de este modo se  los torna frágiles y tornadizos, los desdramatiza, los hace tambalear  en el pedestal donde se supone ubicaríamos a los personajes de una novela cabal. Isaac Newton, el poeta Maiakosky, Franz Lizt también son personajes en esta novela y son tratados de la misma forma. Hasta Dios es un personaje más calificado en su cualidad un tanto inmutable alternativamente con apodos como: el inefable, el inasible, el idem, el impertérrito, el todopoderoso, el arquitecto, nada escapa a esta voracidad de incluir el todo en el marco del formato novela que busca casi con frenesí ampliar sus límites. Este procedimiento obtura el sentido para que se despliegue la apertura del mismo por otras vías, como si nos indicara desde una clara propuesta de lectura que no busquemos lo que un lector de novela clásicas buscaría. El movimiento es doble aquí también, la duplicidad de ciencia y arte hace espejo con esta manera de encarar a la categoría personaje.
    Llama la atención   a la multiplicación, a la expansión, a la germinación pero a la vez en lucha declarada contra esa otra fuerza, la de la tradición con la que el narrador parece haber establecido un diálogo empedernido y exigente, a veces demoledor en su insistente intención de desafiar o enfrentar lo instituido, el lugar común. El gesto anticonvencional se refuerza hacia el final de la novela  donde es evidente que  nada se puede cerrar. Considerando que  en una novela  tradicional el cierre sería como un broche que anuda, aquí el texto continúa abriéndose o presentando nuevas posibilidades de expansión, en este final  que se resiste a ser tal,  el gesto del narrador es de apertura, las posibilidades de la trama son infinitas, las motivaciones de los personajes no siempre pueden ser captadas por el narrador, esto da por sentado desde ya la separación de esta novela con cualquier tradición decimonónica pero es además un juego, uno más que sella la postura escogida. Dice Ricardo Piglia que en el cierre de un texto se  manifiesta el sentido de la forma. Y aquí la forma remarca su gesto paródico y el planteo de lo inabarcable demorando el desenlace mediante el empleo de varios epílogos. El último de los epílogos, el quinto, se refiere a las imágenes y de algún modo se entronca con uno de los espacios y de los tiempos de la novela, la de Rusia de Sklovski  y su vinculación directa  con  los formalistas rusos que definieron a la literatura como un pensamiento por imágenes. La novela se afianza entonces como un laboratorio que emplea la ficción para ahondar en las cuestiones del quehacer literario, para indagar poéticas y recursos parándose frente a la tradición con un gesto iconoclasta. Así, las opciones y los planteos que presenta el texto no pueden agotarse nunca.
  En cierto sentido el discurso como tal se presenta pantagruélico pero lo que opera todo el tiempo es eso inasible del sentido que busca dispersar cualquier posible interpretación concluyente. Sólo es posible, si es que algo  resulta posible, es el dejarse envolver por las inagotables variaciones que el texto plantea.
    "Darwin poeta" tiene un movimiento de oleadas que envuelve al lector, resulta significativo que hacia el final el narrador equipara el género novela con el ulular de una víbora que curiosamente es la representación de la vida que se renueva constantemente, muerte y renacimiento adjudicados a un animal que cambia su piel en secuencias temporales, como esa Kundalini que según  la tradición hinduista sigue la columna vertebral  del cuerpo humano y conecta el adormecimiento del cuerpo con el despertar de la conciencia, con ese mismo movimiento fuimos conducidos desde un no saber a un saber relativo que abrió nuevos espacios de conocimiento y desconocimiento a la vez y que continúa operando porque el cierre del relato no fue un cierre en un sentido cabal sino simplemente la interrupción de una suma de historias que en alguna otra  parte continúa  su desarrollo. Los lectores fuimos testigos que se asomaron a una vastedad que no puede ser recortada ni delimitada ni cercenada y que apenas nos mostró  un espectro reducido de sus muchos perfiles. El concepto de saber que en el siglo XXI terminará en algún momento por superar el antiguo esquema decimónico apoyado en el positivismo lógico,  se expresa  en “Darwin poeta” literariamente de un modo magistral.

Transcripción de los primeros párrafos de esta novela.

  1. El libro verde ruso

    El libro estaba en la biblioteca de mi viejo. Cualquier inglés reivindicaría como propio el color de la tapa, pero para mí fue siempre verde ruso. Como otros textos de “Sendero”, una de las editoriales del P.C. argentino allá por los años cuarenta y cincuenta. El título, La situación en el darwinismo. Una traducción de las actas taquigráficas de la sesión ordinaria de la Academia Lenin de Ciencias Naturales de la U.R.S.S., celebrada en épocas de un estalinismo tan saludable como furioso, entre el 31 de julio y el 7 de agosto de 1948 en Moscú, en el por entonces novísimo edificio central de la Academia, de unos veinte pisos. Lo llamaban “el cerebro dorado” por el revestimiento de bronce labrado de diez metros de alto que lo envolvía como un capuchón en su parte superior y mostraba imágenes de la revolución de octubre,  de científicos en sus laboratorios y de trabajadores en el campo. El friso de bronce se reflejaba en el río Moscú con vivos dorados o rojos según la estación del año y la posición del sol, parecía la llama de un inmenso fósforo que de a ratos inflamaba las aguas a puro realismo socialista con los colores de la bandera de la U.R.S.S. Si el arquitecto pretendió mostrar que en la Nueva Sociedad estaría siempre encendido ese fueguito revolucionario que hermana el saber al trabajo, esa llamita independiente de los vientos de la historia y que gozaría de la solidez del bronce y del hormigón, similar a la de la eternidad, algo falló en sus cálculos. Un transeúnte como Viktor Sklovski, diestro a esa altura de su vida en identificar las ironías que el mundo nos presenta a cada paso, seguramente conjeturaría al caminar por la vereda del río Moscú contemplando el edificio, que esa clase de solideces hiperbólicas suele esconder un monstruo, una especie de Golem listo para salirse de control, comerse a sus mejores hijos y después desaparecer entre crujidos. Lo móvil e impreciso de los reflejos del edificio en el río era capaz de anticipar, a ojos de esta clase de lúcidos  pero desencantados  transeúntes, una fragilidad más verosímil (Los reflejos de las cosas a veces son más proféticos que las cosas mismas). Esas imágenes que hacían la plancha sobre la superficie del agua y ondeaban con ella, escenificaban en su levitar una evanescencia que cuestionaba la duración excesiva de cualquier proyecto.
     Grave error arquitectónico o más bien ideológico  -estará pensando ese pragmático observador que mira desde la orilla como si contemplara las vicisitudes de la Historia sentado en un palco privilegiado. El del que edificó tamaña pretensión  de permanencia a la vera de una movilidad que sí es eterna, la del dialéctico río que nunca persona y que, a la manera de un demonio serpenteante o de una novela esquiva, distorsiona toda solidez, y con una media sonrisa que el tal Sklovski seguramente compartiría emocionado, se divierte devorando cualquier deseo desmedido de trascendencia. 1


  1. Marcel, el memorioso, decía en una nota al pie de El tiempo recobrado, que ni a los hombres ni a sus obras les ha sido prometida la vida eterna, hay que resignarse a morir. En nuestro caso, ya Sklovski y la revolución rusa no existen más que en la historia. El edificio de la Academia aún subsiste, pero las imágenes labradas en el bronce ya casi no se identifican, y mucho menos sus reflejos en el agua, donde solo puede verse, en los días de mucho sol, una especie de gran marcha informe.




     "Darwin poeta" (una novela inclasificable) publicada por  Aurelia libros Rivera.-Buenos Aires 2016, mereció el primer Premio del Fondo de las Artes  del año 2014 a la categoría novela, La comisión asesora de dicho premio estuvo integrada por Gabriela Cabezón Cámara, Washington Cucurto e Iosi Havilio



Osvaldo Mazal nació en Posadas, Misiones. Argentina, el 20 de abril de 1955. Se recibió de ingeniero civil en la UBA y de licenciado en letras y magíster en semiótica discursiva en la Universidad Nacional de Misiones. Actualmente es Profesor de Teoría Literaria en la UNAM. PublicóMundos- Diálogos-Silencios” (Coedición Libros de Tierra firme y Editorial Universitaria de Misiones), mereció el 2º Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes en 1993, y participó en varias antologías de poesía. En 1993 y 1996 le fue otorgado por la ciudad de Posadas el Premio Municipal de Letras “Arandú”, primero como autor inédito y luego por la obra editada. Como productor y conductor de programas radiales, entre los años 1994 y 1998 ganó cuatro premios Martín Fierro, otorgados por APTRA en el rubro cultural-educativo para el interior del país, por su programa literario De Cronopios. “Darwin poeta” es su primera novela.


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martes, 14 de febrero de 2017

NANCY MONTEMURRO: RUMBOS DEL VIENTO

               


  “Rumbos del viento”: Un texto que parece brotar de la esfera planetaria,  apoyado en los cuatro puntos cardinales: Este, sur, oeste, norte. Desde la tradición numerológica pitagórica el número cuatro es la representación del mundo, soporte, sostén, anclaje, enraizamiento. El cuatro: la casa del mundo,   sin embargo aquí esa solidez del número cuatro es antes que nada  la mutación en aire y viento, un mundo que se despliega horizontalmente. Desde el este hacia el norte, el libro finaliza con el norte, como brújula que indica un camino. Sin duda hay una trayectoria, un bucear que manifiesta una búsqueda: “Voy hacia la poesía/ como quien camina hacia la noche constelada:/ una telaraña viscosa/ donde: la letra me devore”, búsqueda que en medio de lo brumoso intenta establecer alguna clase de límites recurriendo a establecer parámetros, pero el espacio no tiene bordes, ni límites, no hay certezas. Estamos frente al cuerpo de una geografía terrenal, una geografía que  se prolonga hacia lugares inciertos o simbólicos en grado superlativo. Lo cierto es que hay un espacio que circunscribe el recorrido de la voz poética, un espacio que se transfigura y migra hasta llegar a convertirse en una prenda de vestir : “Puntada tras puntada/ mi madre zurce/ las medias rotas./Con cuanta precisión/ la aguja toma un punto, otro,/ y la herida se obtura”. Pero es un espacio que da la impresión de socavar su propio escenario a medida que la voz avanza. Lo interesante es que estamos frente a un libro que aunque intentó precisar la delimitación de un territorio,  a lo largo de sus páginas no hace más que disolverse, perder presencia, lo sólido cede su contextura a lo que se encuentra en estado permanente de desintegración una y otra vez.
 Una geografía terrenal nacida para el recorrido de los espacios interiores o una interioridad volcada hacia un territorio donde reina el fragmento. Hay un orden pero es un orden que aunque parezca sólido se vuelve volátil como si la materia mostrada sus otras condiciones y rompiera así con  viejos conceptos. A una interioridad cercenada, hecha de huecos y silencios,  le corresponde un espacio geográfico que no sigue trazados rígidos aunque se escude en sus nombres, el territorio por momentos se deshace haciéndole eco a las voces de esas hondas interioridades.
  La voz de estos poemas se debate entre la intensidad y la ambigüedad. La continua indagación deja traslucir, de tanto en tanto, alguna verdad que surge al sesgo. Una voz con un contenido tono confesional que busca aquello que necesita ser dilucidado en medio de ese clima tenue y acaso brumoso en el que relumbran los poemas. El libro se cierra con un intertexto de Italo Calvino sugestivamente integrado a “Las ciudades invisibles”, esa cualidad del viento y del aire que le dio carnadura a estos poemas sólo puede ser clausurado -si es que existe alguna forma de clausura- con la intrusión de otra voz que nos evoca otras intangibilidades, quizá porque nada puede ser cerrado en un conjunto de poemas que se abre y se abre a la fuerza de una marca misteriosa que continúa operando antes y después de todo.

Selección de poemas:


Origen de la historia:

la hija  
pide al padre
una manzana
Dan vuelta cada rincón 
y no hallan
ni migas de pan

En el hambre no hay paraíso

Eva, distraída,  
se paseaba desnuda

                           *********

Entra oblicua la luz  
por la ventana
a las dos de la tarde
y despliega
su temprano abanico de sombras
En la tenue opacidad
una vida se instala
taza de café sobre la mesa
mansa,
esperando
que en el calor del rayo
alguien la consuma

                                                      *********

En los días de abril   
preferí la intemperie
de la lluvia   
Su canto, sobre el cuerpo
caló mis huesos  
buscó unirse al latido
de mi corazón
para elevarlo al mundo
en el ciclo continuo de las aguas.

                                                      *********
El miedo  
nos ha llevado
a temblar
como  hojas en el viento
Temblemos corazón 
hasta que nuestras corazas  
se derrumben

                                                      *********

Soy una mujer que envejece  
aquí, frente al papel
Los años pasan  
y arrebatan
aquello que no quiero perder
Enhebro 
la última palabra pronunciada,
retomo desde ahí
el discurso,
pero la vista falla
El ojo de la aguja
no es el mío
por eso veo
al mundo deforme
Debería  
ajustar la mirada 
a la esencia de las cosas
atrapar su belleza 
y serenarme


        




Nancy Montemurro nació el 7 de julio de 1961 en Provincia de Buenos Aires. Es docente y traductora. Fue miembro fundador de la Cooperativa Editorial Nusud. Actualmente integra el staff de la Galería de Arte Contemporáneo Torres Barthe como coordinadora de prensa y redacción. Publicó su poesía en la plaquette A doncella (Nusud 1988) y en los libros  Craquelage  (Nusud 1993), Arcanos mayores (Edición Artesanal para Bibliófilos, 1999 y Ediciones del Citrino, 2011). Rumbos del viento (Ediciones del Dock, 2016)


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