Espiral de Saraswati

viernes, 23 de enero de 2015

PATRICIA SEVERIN: LA NOVELA ":SALIR DE CACERÍA"

                           

     Cuando el arte simboliza los procesos de la evolución humana




                    

   Lo primero que llama la atención en “:Salir de cacería” de Patricia Severin es el dominio de una  prosa  que mantiene con solvencia el ritmo narrativo a lo largo de una extensa cantidad de páginas.  En segundo término, si nos atenemos al llamado “pacto de lectura” o en otras palabras si consideramos  la propuesta de la novela desde lo  literario,  la pauta implícita es la de dejarse llevar por la historia o por el flujo de los acontecimientos, lo que de inmediato nos pone a los lectores en situación de complicidad, debido  precisamente a que son la trama y el perfil de los personajes  el modo en que se articulan los lineamientos estéticos. Novela clásica, de tono neutro con una bien tejida trama y con un sostenimiento dosificado del suspenso.
   En este mundo previsible de un espacio provinciano,  son varias las situaciones  en las que los personajes  resultan rebautizados. Esto se puede interpretar de varias maneras. Al cambiar el nombre cambia el destino, decían los antiguos griegos. O bien poseen doble identidad o tienen una máscara o inician una etapa nueva en su vida. El cambio de nombre  en un determinado momento de la vida puede ser un indicio de apropiación si el otro, el que rebautiza, como  ocurre en la novela  de  parte de Federico hacia Amelia,   que al rebautizar corta su nombre completo, como un acto de fragmentación o cercenamiento que es lo que, en resumidas cuentas, hace en un plano emocional o psíquico. En ese cambio de nombre podría entonces anticiparse el comienzo de la destrucción de la  relación afectiva entre Amelia, llamada por Federico  “Ame” y el mismo Federico. Aquí funcionaría el nombre como máscara, el nombre nuevo como cambio de destino y también como un indicador de que el personaje no se encontró a sí mismo. Al abreviar su nombre o quitarle una parte, Federico le amputa a  Amelia una dimensiónh de  su identidad en forma simbólica como si él le quitara algo de su integridad al tiempo que se apropia de su persona.
   Otra de las situaciones en la que aparece el cambio de nombre más marcadamente como disfraz es en la elección de la direcciones de mail, llamada por el narrador “nombre de fantasía”. Siguiendo esta línea de interpretación podría pensarse a la novela “:Salir de cacería” como a una novela sobre la identidad indagada en principio desde el punto de vista del género. Pero a medida que se avanza en la lectura  resulta evidente que se trata de la identidad en un sentido más existencial, ya que se va profundizando más y más en el planteo y el desmenuzamiento de esta quita de la individualidad del personaje femenino frente a la seducción ejercida por Federico a través de las máscaras. El amor romántico también aparece como un disfraz, una suerte de encantamiento que encubre su carácter de cacería, de atrapamiento y enajenación. Y en algún sentido el amor romántico se presenta como un travestirse. Siguiendo la misma línea de planteo podría afirmarse que en la novela hay toda una cultura sobre la vestimenta femenina, las descripciones de la ropa, especialmente de las mujeres, es precisa y distintiva y se apoya en el trazado de lo simbólico en los nombres, la elección del atuendo en las mujeres tiene su  particular significación, tal sería el caso de los trajecitos todos iguales y múltiples de la esposa de Federico por ejemplo que es un personaje que representa el modo mecánico de vivir, el viejo camino trazado de los roles fijos, la manipulación de unas personas sobre otras para obtener beneficios personales, en suma el viejo paradigma de la era piscina, patriarcal, vertical, sostenedor  del predominio de unos sobre otros, de fuertes sobre débiles, de energía masculina sobre la femenina. Lo interesante es que en esta novela ese papel de energía masculina dominante que ha nutrido la literatura en América Latina bajo el personaje del dictador o en la novela de la serie negra norteamericana, la del asesino a sueldo o el gángster o en la tradición de la novela italiana la del capo mafia  tiene aquí un plus simbólico que es la dupla de la unión de dos energías, masculina y femenina, encarnados en la figura de Federico y su esposa, quienes obtienen el beneficio de devorar la energía femenina mediante la seducción romántica en forma organizada y premeditada.
    No es casual entonces que el personaje protagónico -Amelia- tenga por profesión la de intérprete: domina dos idiomas, conoce el código. Ella desentraña el plan que automáticamente vienen poniendo en práctica Federico y su esposa en el que la energía masculina opera como accionadora y la femenina como organizadora de esa acción.
     Al adocenamiento, acumulación, al culto a la cantidad sin contenido que supone coleccionar mujeres para seducir y en este sentido apoderarse de ellas, practicado por Federico, se le opone el intento de originalidad de Amelia que busca construir su identidad arrasada mediante un acto de sinceramiento y separación, casi podría decirse en términos junguianos de “individuación”. Los ejes sobre los que se articula toda la historia son el de verdad versus encubrimiento, de amor genuino versus  relación enfermiza  hacia las personas o dependencia emocional al extremo de que el mal llamado amor se presenta como una adicción y en la etimología de la palabra adicción encontramos: dependencia, falta de libertad y entonces “ser cazado” o atrapado resultan sinónimos y “no dicción”,  falta de expresión de lenguajes, ausencia de palabras ordenadoras y nombradoras de lo real, no traducción al código conocido, lo que nos remite  por oposición al manejo de la palabra que Amelia posee en tanto traductora de dos sistemas lingüísticos.
       Cabe señalar que en la novela se  registran  además  al menos dos planos: el de la llamada vida real con toda su serie de capas de engaños y puestas en escena y el mundo onírico como un espacio revelador mediante su lenguaje simbólico.
   Es casi inevitable no homologar “:Salir de cacería” a una parábola, o no pensarla como una gran metáfora que nos habla del viejo paradigma entendiendo que por el modo en que los seres humanos hemos actuado frente a todo lo existente  puede ser  representado en la forma del cazador, de aquel que va y mata,  del que  de un modo instintivo y egoísta se apodera de la energía, del cuerpo, del bien ajeno mediante un acto rapaz. En este acto que nos remite a nuestros primeros estadios de la evolución física, cuando el ser humano no conocía otra forma de alimentarse más que la caza, se  simboliza el modelo patriarcal, dominante que no respeta las necesidades de los que fueron ubicados por debajo de su poder omnímodo. La propuesta para acceder al nuevo paradigma  consiste en  pasar del modelo del cazador al modelo del agricultor. El agricultor ante todo no está fuera de los ciclos del tiempo, del cambio de las estaciones, del trabajo paciente y colaborador de los otros reinos de la naturaleza, y establece un diálogo con las fuerzas naturales donde el respeto y la autodependencia juegan su papel principal. La novela de Severín induce a  pensar en esta metáfora, toda la novela es una suerte de alegoría de pasaje evolutivo de la conciencia humana del patriarcado a la diversidad, en otros términos de la era pisciana a la era acuariana. Lo interesante  en este caso es la construcción de dos personajes para representar  la energía devoradora y dominante, el matrimonio de Federico y su señora, porque en realidad las energías se fusionan y no están separadas nunca. La novela  puede traducirse como  un viaje desde el sometimiento de una cárcel de oro a la liberación y el reconocimiento de sí misma a través de bucear en un nuevo paradigma, que está encarnado en la figura del personaje del hombre hindú que marca sus contradicciones y hace las veces de maestro espiritual.  Ese desorden de la energía femenino- masculina sólo puede reestablecer su equilibrio mediante un juicio público con el que nos encontramos en las páginas finales y que pone en jaque a toda la comunidad,  entroncándose en la tradición de las mejores historias ha aparecido un cadáver.  Un nuevo elemento desde lo literario es que cuando la historia se esclarece y los personajes parecen haber dividido las aguas, surge nuevamente sobre el filo del desenlace la ambigüedad que nos ofrece un final
abierto para esta singular composición novelística. 

                                  


           Patricia Severin   publicó : “La loca de ausencia”  Poesía. Ed. Libros de Tierra Firme –1992-  “Amor en mano y cien hombres volando”  Poesía. Ed. Libros de Tierra Firme -1993-  “Las líneas de la mano”  Cuentos. – Ed. UNL -1997- “Sólo de amor”,   Cuentos. Ed LUX -1999- “Poemas con Bichos”,  Poesía.. Ed. Vinciguerra – 2002,  “Libro de las certezas” Poemas. Ed. Grupo Editor Latinoamericano- 2009- “Poemas Inolvidables”   Poesía,   Ed. Latin Heritage Foundation-2011. “Abuela y la  niña” , Editorial Palabrava 2012-
  Ha recibido diversas distinciones, entre ellas  la Faja de Honor de la SADE 1993 y  en 1998, Premio Publicación ASDE 1999. - Premio Fondo Nacional de las Artes 2001 y Premio Municipalidad de Buenos Aires por libro edito, bienio 2002-2003 , Mención Especial del Jurado del Premio Macedonio Fernández en 2008. Ha incursionado en el ensayo y participado en numerosas publicaciones nacionales e internacionales. Integra junto a dos escritoras  la dirección de una editorial en Santa Fe.

Blog de Patricia Severin: http://www.severinlopezseverin.com.ar/blog/ 


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