El desamparo bajo la cama” en la perspectiva multigenérica
Leer “El
desamparo bajo la cama” es ante todo entrar en un mundo muy poblado de
personajes. Lo interesante es que es un
libro de cuentos y el cuento tiene como ingrediente fundamental la peripecia,
la situación en sí, el recorte del acontecimiento, mientras que para la novela
el eje es el personaje. Aquí, sin embargo, aunque los cuentos son cuentos
cabales en el concepto más estricto del término, el protagonismo que se le otorga a la
categoría personaje liga inexorablemente este texto a la novela. Después de leer cada cuento lo que se
sobreimprime en la memoria es la fuerte presencia de ese personaje construido
con carácter y peso propio. Pero, por otro lado, cada cuento se inicia con una cita poética, en
este sentido se vincula obviamente con la
poesía por lo que cada cuento establece una relación indisoluble con lo lírico
y nos invita a asomarnos a los poetas citados, a salirnos de los márgenes que
el cuento ha establecido. Estamos entonces ante un género cuento que extiende
sus conexiones en principio hacia dos géneros diferentes, dos géneros con dos
tradiciones y orígenes también diferentes.
Ahora bien, si nos detenemos y prestamos mayor atención podríamos descubrir que por su factura algunos cuentos
rozan la modalidad llamada “crónica imaginaria”, ya que son planteados con ciertos giros que juegan con la
posibilidad de narrar una situación que
pudo existir en lo real, esto se detecta en la forma en que el narrador plantea la historia.
El cuento
es tradicionalmente un género nacido en
la oralidad, nos conecta con el principio de los tiempos, la novela es un
género de la modernidad que no puede pensarse sin la invención de la imprenta y
el avance de la burguesía. El cuento tiene un tinte local y la novela se
pretende más universal por pintar los tipos sociales. En cuanto a la poesía se
la puede pensar como un registro de minorías en la actualidad, con algo de
exquisitez aunque su origen también está en el principio de los tiempos, no es
tan antigua como el cuento y está asociada
a la música. Hay además en estos relatos
acercamientos a otros géneros como el relato biográfico, el monólogo teatral, las
voces del tango, el discurso dramático y
el del radioteatro. Este
entrecruzamiento de géneros en un libro de cuentos habla de actualidad en un
momento en que los límites entre las distintas expresiones o modalidades
expresivas tienden a borrarse o, al menos, a difuminarse.
El libro comienza con un prólogo donde la
autora establece su posición con respecto a una palabra eje del título: desamparo. Ese es el núcleo en el que se
tematizan los relatos. Y define esta
emoción, la categoriza y se separa de
ella, se distancia diciendo que no entra en su mundo, afirma: “no recuerdo haberlo sentido”, así
prepara las condiciones que les darán lugar a los personajes, a cada uno
de ellos con la alta envergadura que van a ir cobrando en este libro. ¿Esta
separación de la autora en un prólogo remarca el carácter ficcional de los
relatos? ¿O es acaso la mejor manera de enunciar que está tan ajena a ella como para
constituirse como un espacio autónomo? Yo diría que Romano abre un aspecto de
indagación. Nos instala ante una pregunta que nos lleva a pensarnos individualmente
frente al desamparo. De este modo nos asomamos al universo de los personajes advertidos, despiertos,
atentos. La frase de la autora es “no
recuerdo”. Vaya frase. Nos lleva al primer párrafo del Quijote, novela primordial para nuestra lengua. Tengamos
en cuenta que el acto de recordar supone una actitud de revisión.
El título
del libro resulta sugerente, podríamos considerar que la cama es un lugar
íntimo, acogedor, protector, amigable y que justamente debajo de ella se oculte
el desamparo llama la atención: Hemos entrado así en un mundo desacomodado.
Un rasgo sobresaliente es que figura la cita
inicial o epígrafe de un texto poético
en todos y cada uno de los cuentos. Si la cita hubiese estado en algunos, o
faltara al menos en uno sería distinto. Sin embargo no, hay una cita en todos
los cuentos que nos impulsa a salirnos
del encuadre del género para asomarnos a ese otro género tan antiguo y tan jerarquizado
como la poesía, pensemos que el cuento categorizó su
preceptiva bastante tardíamente con respecto a la poesía que ya venía desde
varios siglos con sus rimas y sus estrofas, aunque como bien sabemos el cuento
fue una expresión de la cultura popular oral durante milenios antes de que Poe estableciera las bases de su funcionamiento a
fines del siglo XIX. Entonces cada
cuento es introducido a través de un poema de un autor o autora diferente. Ese
marco es sumamente elocuente. ¿De qué
manera se articulan estas dos clases de discursos? ¿Cuál es el guiño que nos
está haciendo la autora? ¿Hasta qué punto esos encuadres con fragmentos de
poesía se entrometen, interactúan o forman parte de la trama de los cuentos?
¿Son una mera ilustración o potencian el sentido de los relatos que
enmarcan? Lo veremos.
El
primer cuento “El pueblo quiere saber de qué se trata” está encabezado por un poema de José Ángel
Buesa, poeta cubano, romántico, nacido en 1910, y no es un dato menor que haya sido
compositor, ligado a la música y por lo tanto entroncado en la cultura popular,
vinculado a la radio y televisión cubana.
Las primeras
frases de este primer cuento dicen: “Algunas
historias son difíciles de creer aunque hayan ocurrido”. La autora deja
abierta la puerta para suponer que podría haber ocurrido, da cuenta o patentiza un hecho que ocurrió en
lo real, por lo que podemos considerar a este cuento concomitante con la
llamada “crónica imaginaria” que está siendo desarrollada por autores
relativamente jóvenes como el chileno Pedro Lemebel o el argentino César Aira.
Empezar un cuento con esta frase lo
desarrima del coto cerrado típico de la preceptiva cuentística. Y si le
prestamos más atención a estas frases no
sería errado entroncarlo con el teatro: “Esta es una historia del regreso
tardío… etc., etc., etc.” Así en cierta línea del teatro clásico se presentaban
los eventos con una voz en off o con un relator personaje. Pero más acá en el
tiempo, ese tipo de discurso fue tomado por el radioteatro, de modo que al
entrecruzamiento de poesía y novela, se detecta un
nuevo subgénero que se articula enriqueciendo el relato junto a otros tipos de expresiones literarias.
Es importante recalcar que cada cuento
de “El desamparo bajo la cama” no deja de ser cuento en su factura bien
trazada, no rompe con la preceptiva establecida para el género, pero nos remite a otros géneros sin salirse de su
encuadre en ningún momento. No se puede desatender la presencia de la autora en
esa voz reflexiva que opina sobre lo que va a suceder, esto enfatiza su
concomitancia con la ya mencionada crónica imaginaria. El primero es sin duda
un relato con tono evocativo. El ejercicio de la memoria y el recuerdo como
escenario imprimen la nostalgia en el
clima del relato. El desamparo es un desamparo cultural, un desarraigo. Suelo darle importancia al primero y al
último relato de un libro, en un país como la Argentina forjada por la
inmigración, no es un detalle menor que el primer cuento sea el de un
extranjero. De este personaje central si tuviéramos que escoger una parte
del cuerpo diríamos que son los pies, los pies nos ligan a nuestro terruño, los
pies en la medicina cuerpo- mente representan a la madre por su conexión con la
tierra. El hombre camina va y viene durante este primer relato que está
atravesado por el poder de la evocación. Evocar: volver a traer aquello estuvo
en el aquí y ahora, nos sitúa en el conflicto de lo temporal, de lo que cambia
y de lo que permanece. En este cuento se citan subgenéros musicales: cumbia,
zamba y se menciona al radioteatro que fue cultivado por el poeta citado, así
tangencialmente la poesía inicial se
roza con el contenido del cuento. Y un detalle significativo, se menciona a
Catamarca en un libro en el que, aunque aparezcan de tanto en tanto, no hay demasiadas señalizaciones específicas de los
lugares físicos.
El segundo
cuento “No era la Jackson” está
marcado por la distancia, la del plano social con el que se convertirá en el
padre de su hijo, un doctor, la de los kilómetros entre ciudad y ciudad,
la insalvable distancia entre el mundo
de la actriz Glenda Jackson y la de su personaje principal apodada también
Glenda. La mujer protagonista no alcanza a simbolizar esas distancias y
justamente esa incapacidad será la que
la ubicará en situación de desamparo. Su desamparo es un desamparo de
apreciación de los hechos, ella no alcanza a medir las separaciones sociales. En
este cuento también se cita el radioteatro, aparece la Virgen de Itatí, el
barrio Granaderos correntinos, las ciudades
de Goya y Buenos Aires pero a pesar de estas marcas de la región no
podría decirse que se registra el costumbrismo. El costumbrismo no es una línea
que sea especialmente trabajada en este libro, antes prevalece su concomitancia
con la crónica por el modo es que presentado el cuento, por ser una historia
referida, un hecho que de alguna manera aconteció y que el espacio
del relato reproduce. Los cruces aquí acercan el modelo cuento a la biografía y
a la crónica imaginaria sin desbandarse, sin abandonar la preceptiva
cuentística pero estableciendo contactos y, por supuesto, lo que sobrevuela
después de leer el cuento en el lector es la estatura de personaje de Glenda.
La peripecia articuló el cuento, pero el sedimento es la categoría personaje
sobresaliendo considerablemente por encima de la peripecia entroncándolo con un
planteo novelístico.
En el tercer cuento “El día que fue viernes” los versos de un poema de Neruda tienen
otra función con respecto a la de los poemas de los dos primeros relatos que
operan más como ilustración y acompañamiento de la historia. En este relato el
poema podríamos decir que se introduce en el texto, ya que el personaje es llamado El cartero debido a su costumbre de recitar
la obra de Neruda, este apodo se le otorga en el pueblo porque sus habitantes, ignorantes
de quién era Neruda, lo conocen a través de la película “El cartero de Neruda”
basada en una novela del chileno Antonio Skármeta que ficcionaliza un período de la vida del poeta. En
este caso la poesía como género incide mucho más en la estructura cuentística.
El personaje recita el poema que es el epígrafe del cuento. Aquí poesía y
cuento están imbricados.
Del
narrador en tercera de los dos primeros relatos se ha pasado en este cuento a un
narrador plural, un nosotros que lo
acerca mucho más al género de la crónica imaginaria tan reflotada en la
actualidad. Un nosotros que luego deviene en un yo. Y también más cercano que los dos anteriores al discurso
biográfico. Discurso biográfico que se liga al movimiento de estas últimas
décadas de la novela histórica que en realidad debería denominarse “biografía
novelada”. Crónica imaginaria y biografía novelada bajo la estricta estructura de
un relato cuentístico. Se visualiza en este tercer cuento una característica
del narrador de este libro: no sabe todo, sabe algo que es lo que relata pero
no es un narrador omnisciente, tampoco es un narrador participante, es un
narrador que está allí, al costado, y
observa. Un narrador testigo. Las voces de Neruda en la forma de poemas
atraviesan el relato y funcionan como intertextos, aquí la fusión entre
narrativa y poesía se ha hecho más patente, más potente. Eugenio, el personaje del
cuento, se caracteriza por un no saber,
por un desconocimiento, por una falta de comprensión más aguda que la de la
falta de acuse de las distancias en Glenda, en el cuento anterior y ese es su
desamparo, un desamparo de incomprensión, así como el de Glenda fue un desamparo social.
Eugenio pregunta constantemente, cualquier día de la semana, si es viernes. El
desenlace del relato es una metáfora: se atraviesa el vidrio rompiéndolo, un
vidrio que ha separado las dos realidades ya no se interpone entre ellas.
El cuarto cuento “Ángela vuelve del invierno” tiene una cita nada menos que de
Alejandra Pizarnik. La voz surcada por el extravío de Pizarnik se encarna en
este personaje con su cabeza frágil, su frágil cordura y su búsqueda de un
lugar, un simple lugar para dormir. Este “sin lugar” es un rasgo de los mundos
pizarnikianos. Podría decirse entonces que el cuento por su clima, su peripecia, por la falta de densidad del
personaje articulan la poesía de esta poeta argentina, el diálogo se establece desde adentro, desde
su columna vertebral. La situación del
personaje es prácticamente una alegoría de lo que nos transmite la poesía de
Pizarnik. Pilar Romano no podría haber escogido mejor cita que la poesía de
Pizarnik para este relato. Una mujer sin casa se presenta como la más ajustada metáfora de lo que Alejandra
Pizarnik transmite en su poesía atravesada por la sensación de no pertenencia,
una poesía llevada al extremo de la síntesis y la musicalidad en un cuento que
hace espejo con su voz en varios niveles.
El quinto cuento titulado “Desamparo” tiene una cita del poeta Elías
Nandino. Pensemos que este cuento está casi en la mitad física del libro y
lleva por título el sustantivo clave que
le da título al conjunto. A medida que lo leemos se puede sentir que es una
bisagra dentro del libro porque la categoría personaje que tanto ha sobresalido
en este trazado, al punto de hacer concomitar el cuento con el género novela,
se disuelve aquí donde casi no hay personaje y la palabra “desamparo” llega a
su más unívoca expresión. No sabemos de qué se trata y quizá este sea el más
cuentístico de todos los cuentos del libro. Pero a su vez el lenguaje nos
arrastra a un lirismo que lo emparenta con la llamada “prosa poética”. Es un
cuento de atmósfera. La intriga de quién
habla, de dónde está, de cómo llegó hasta allí es muy fuerte. Dado que no hay
indicios claros es factible pensar que se trata de un ser secuestrado, que no percibe
bien lo que existe alrededor de él. Desde dónde nos está hablando esa voz que
no registra límites físicos ni percibe con nitidez lo que la rodea. Aquí
también hay un “no lugar” pero un no lugar más metafísico. El sentimiento
predominante es el miedo que se acopla a las palabras del poema de la cita
inicial. En principio el miedo de no poder reconocer dónde se está. La voz nos
habla de ser apresado o capturado. Todo el cuento es la construcción de una
atmósfera inquietante, de zozobra y confusión, finalmente nos enteramos de qué
se trata. Esa falta de identidad acerca al personaje a la entidad y lo alejan
de ser persona. Es la voz de una
conciencia que apenas tiene conciencia de sí y de la existencia de su propio
cuerpo. Es casi un cuento sin personaje. Se ha narrado la situación por lo que
lo cuentístico tuvo primacía.
El sexto
cuento “Solamente mía” tiene una cita
de Julio Cortázar y si decimos Cortázar
decimos juego, decimos ingredientes lúdicos. Este sí es un relato de un yo
plural, los personajes son muchos, por lo que la biografía novelada se aleja en
sus procedimientos, no así el de la crónica imaginaria enfatizada por este
personaje testigo que da testimonio de los hechos. Si bien en el tono del
cuento no resuena ese giro fantástico y
divertido de Cortázar, predomina un aire
ligero, de anécdota oral, de suceso que no altera las emociones graves. Este
narrador hace un relevamiento de los distintos personajes que acuden con
frecuencia a la mesa del bar, sitio obligado de reunión amistosa. Y a pesar de que
el desenlace es nada menos que la muerte, el relato no pierde su tono leve
dialogando con las formas de la narrativa de un Cortázar que se hizo presente a
través de uno de sus poemas. El
entrecruzamiento entre poesía y cuento se produjo desde lo interno, desde el
tono escogido y el clima del relato.
El séptimo cuento “Las mitades de Francisca”, tiene la particularidad de haber sido
escrito en segunda persona, esta
elección no es casual, alude a una mujer partida por la mitad, la forma en que
el relato pidió ser narrado exigía un cambio del punto de vista del narrador.
El personaje de esta mujer tiene además
otra particularidad: posee un dedo de más en la mano. El poema inicial, de
corte popular, es una señal que luego encontraremos en su desarrollo. Este tema
puede rastrearse en la tradición oral de las leyendas que llegaron hasta
nosotros sin la rúbrica de la escritura, un corpus literario que aún no se ha
legitimado lo suficiente. ¿Acaso esta mujer dividida en dos partes, una buena y
otra mala, una animal y otra humana no se parece un poco al lobizón, mitad
hombre y mitad lobo? La concomitancia con esta vasta literatura, que durante
mucho tiempo no entró en el canon pero que está siendo revisada su exclusión
desde hace algunas décadas, es otra conexión con un género no estrictamente
circunscripto al cuento tradicional. Este relato sin duda tiene su dosis de leyenda que es la simbolización de
una conciencia colectiva en una determinada región. Se registran aquí ciertas
situaciones del radioteatro que ya fue mencionado dos veces en cuentos
anteriores. El detalle de que el
personaje se despierte sorpresivamente en
un zaguán y el tono con que está narrado lo ligan a este subgénero literario. Aparecen también elementos mágicos. No
casualmente relatos como el del lobizón fueron adaptados a los guiones
radioteatrales. Tenemos a una curandera con rasgos físicos inusuales haciendo
magia blanca: el tema se entronca en los relatos populares que son tomados como
materia en el radioteatro. Radioteatro o folletín trabajados y resignificados
como lo hizo la escritora Libertad
Demitrópulos en varias de sus novelas. Animarse a introducir estos elementos es
un rasgo de modernidad. Por otra parte esa voz del narrador que interpela al
personaje tiene el sello de lo teatral, cercana al monólogo. En la descripción del nacimiento de su hijo se pueden observar ingredientes folletinescos
narrados con cierto humor. Que un personaje tenga un rasgo muy distintivo como en este caso seis dedos es una característica típica de las narraciones
orales de corte popular que, como ya dije, cada vez más están siendo
introducidas en el canon literario. Se podría decir que esta mujer de dos
mitades es un personaje radioteatral. Estamos frente a una perfecta
reelaboración y actualización del género popularizado a través de la radio
El octavo
cuento “Entre butacas” con una cita de César Vallejo también está
narrado en tono conversacional, es un cuento concomitante con la crónica
imaginaria y aunque hay un padre y un hijo, el personaje principal parece ser
el tiempo mismo con su inevitable
capacidad de cambiar las cosas. Tiene un tono evocativo, de nostalgia. Nos
plantea la pérdida de un lugar simbólico. Quizá sea de entre todos el cuento
más se acerca al costumbrismo.
El noveno
cuento “Pre-celular” tiene una cita
del poeta mexicano Jaime Sabines. El inicio lo acerca a un relato de crónica
pero el desarrollo y especialmente el cierre del relato son absolutamente
cuentísticos.
El décimo cuento “Uno de los siete” lleva un epígrafe poético de Leopoldo María
Paunero. El relato tiene cierto toque tangueril, la historia, por el modo en
que está desarrollada, nos recuerda esa capacidad envidiable de los letristas
del tango de condensar una vida en pocas palabras; quizá la vergüenza que la hija experimenta al ver a su padre
trabajando modestamente en la práctica de un oficio menor es un tema tanguero
por excelencia. Aludiendo al nombre de un caballo se menciona otro de los
géneros legitimados recientemente: la historieta, teniendo en cuenta que el
título del cuento nos remite a un cuento de tradición oral centroeuropeo
recopilado por los hermanos Grimm: “Blancanieves”, estas menciones no son
inocentes, tiene una función dentro del esquema que he detectado en el libro de
lo multigénerico al incluir historieta y cuento infantil.
El cuento
onceavo “El llamado” nos acerca a la poesía a través de un autor A.Tennyson, con
su “Ulises”. Insisto, recordemos que todo el libro nos está convocando a ir
hacia la poesía, a investigar si no conocemos al o a la poeta. Un libro que se
abre hacia otros géneros solapadamente o abiertamente en el caso de la poesía,
en este cuento precisamente tiene una nueva función, su mecanismo se
circunscribe mucho más a las pautas del cuento. Y significativamente lo que abre el cuento, el
poema es un modelo del monológo dramático. En el devenir de la historia se termina
mencionando a Penélope, aludiendo a la mitología gregolatina. Han sido varios
los personajes del imaginario que han sido citados en este libro. Ahora habría
que pensar que la cita del poema que alude a la heroicidad nada menos que de
Ulises, personaje mítico caracterizado
por atreverse a enfrentar las empresas más duras, entró en diálogo con el cuento en el que el personaje
masculino es incapaz de dar el paso hacia la aventura, por lo que gracias a esa
cita poética el cuento ha adquirido decididamente
un matiz irónico que la autora deja deslizar.
El último
cuento “Párrafo clave” se inicia
nuevamente con el gran poeta peruano César Vallejo. Tiene el perfil del relato folklórico,
por la situación y la factura de los personajes y es impecable desde el punto
de vista del género. Volviendo a lo que expresé antes, el primer cuento y el
último connotan más por su ubicación. En
este cuento se alude a una carta, una carta que no puede ser leída por su
destinatario, el desamparo entonces
radica en estar ajeno a la lectoescritura, justamente. El libro se cierra con la imposibilidad de
lectura dentro de la ficción, un cierre magistral, teniendo en cuenta que la
palabra que nos ha convocado como lectores ha sido desamparo.
“El
desamparo bajo la cama” reescribe las líneas que han encapsulado los géneros
literarios durante siglos y lo realiza de
una manera original, sin romper los esquemas, integrándolos, fusionándolos con
sutileza, haciendo resonar sus distintas voces mientras mantiene intacta la
sólida estructura del cuento, en un momento de la cultura y de la historia de
la literatura en el que la revisión de
los géneros está en boga y en el que la interdisciplinariedad no sólo en
términos estéticos sino científicos y culturales se encuentra a la orden del
día en la expresión y búsqueda del
asentamiento de un nuevo paradigma. Los géneros concomitantes, como ya he ido
señalando, que se van ensamblando y convergen con la estructura cuentística son
la novela o más exactamente la biografía novelada, la poesía, la crónica imaginaria, la leyenda, el cuento
folklórico, giros del discurso radioteatral, el enfoque y las voces del tango,
entre otras posibles de detectar. Un libro que logra mantener su perfil más
clásico pero actualizando la mirada en el siglo XXI, una ruptura silenciosa de
las formas, un diálogo con diversas modalidades
expresivas de vastos márgenes. Bienvenido los lectores que encontrarán en él
ecos de voces familiares, de modos de
simbolización que no han perdido su vigencia en un mundo que no deja de
cambiar
“El
desamparo bajo la cama”, de Pilar Romano- Ediciones Moglia, Corrientes 2017
Pilar Romano es oriunda de
la ciudad de Corrientes donde reside. Inicia su labor literaria en 1983 orientándose
hacia la narrativa. Tiene publicada una novela “Inocencia Plenaria”, (Moglia Ediciones 2001) y los libros de
cuentos “Azahares y fantasmas”
(EUDENE, Editorial de la Universidad Nacional del Nordeste, 1999), “La plaza de los naranjos” (Moglia
Ediciones 2002), “Tiempo de lavar”
(Moglia Ediciones 2007), “Extraño barco
de papel” (Editorial MediaIsla-USA, 2008) y “Más acá del Purgatorio” (Moglia Ediciones, 2013). Sus poesías así como otros cuentos,
aparecieron en foros y páginas literarias de Internet. Sus trabajos en
narrativa aparecen también en diversas antologías, como Prostibularias II (Asunción del Paraguay), Relatos andantes
(Editorial Dunken, Buenos Aires), Penélope sale de Itaca (Asunción del
Paraguay), Mundo de muñecas con trabajos de narradores correntinos y
valencianos. Desde todo el silencio publicada por el Movimiento Internacional de
Escritoras Los puños de la Paloma. Su cuento “La Kiki” ha sido llevado al formato teatral y fue representado por
un elenco de la ciudad de Asunción del Paraguay.
Sus poesías así como otros cuentos,
aparecieron en foros y páginas literarias de Internet. Sus trabajos en
narrativa aparecen también en diversas antologías, como Prostibularias II (Asunción del Paraguay), Relatos andantes
(Editorial Dunken, Buenos Aires), Penélope sale de Itaca (Asunción del
Paraguay), Mundo de muñecas con trabajos de narradores correntinos y
valencianos. Desde todo el silencio publicada por el Movimiento Internacional de
Escritoras Los puños de la Paloma. Su cuento “La Kiki” ha sido llevado al formato teatral y fue representado por
un elenco de la ciudad de Asunción del Paraguay.
Ha obtenido premios nacionales, regionales e
internacionales., todos en el género cuento. Entre otros el premio Bienal “Juan
Torres de Vera y Aragón” para adultos inéditos, edición 1992 (Subsecretaría de
Cultura de la Provincia de Corrientes), Primer Premio Concurso Literario 75
aniversario de la Sociedad Israelita Scholem Aleijm, 1995, Primer Premio del
Certamen Nacional de Cuentos organizado por la Municipalidad de Campana (Buenos
Aires) 2000. Mención especial del Certamen Internacional de Cuentos convocado
por Alina (Chile) 2008.
En el campo laboral ha desempeñado tareas
docentes en el nivel medio y funciones jerárquicas administrativas en el ámbito
universitario, municipal y provincial habiendo sido titular de la Subsecretaría
de la Provincia de Corrientes 1998/2000.