Espiral de Saraswati

miércoles, 29 de septiembre de 2010

ARTISTAS PREMIADOS DE BUENOS AIRES RECLAMAN ANTE EL GOBIERNO DE LA CIUDAD

Los artistas premiados reclamaron el día 28 de setiembre ante la asamblea de cultura de la Legistarura de la Ciudad de Buenos Aires el incumplimiento de la ley que ha dejado congelado el monto de los premios. Se firmó un petitorio reclamando la actualización del mismo y también se expusieron otras cuestiones tales como la necesidad de cuidar el mantenimiento de obras pictóricas en museos, el respeto de las disposiciones establecidas para los premios municipales en las distintas categorías, se propuso asimismo la formación de una comisión que informe a la legislatura sobre los problemas del área cultural en la ciudad. La foto fue tomada durante la sesión legislativa.




Este artículo fue publicado por el diario Porteño Página 12 en Buenos Aires, el 28 de  setiembre  de 2010-
Por Silvina Friera
La mediocridad no se imita. Mauricio Macri certifica a cada paso –o nuevo traspié– que no tiene competidores de fuste a la vista. Al menos en la agitada ciudad. Los artistas se muestran humillados y ofendidos. La saga de título dostoievskiano los encuentra, dicen, en el abismo del hartazgo. Los premios municipales –un subsidio mensual a escritores, dramaturgos, músicos y artistas creado en 1919– continúan arbitrariamente congelados en 2556,66 pesos. La Ley 2199, sancionada por unanimidad en diciembre de 2006 y vigente a partir de febrero de 2007, asimila a los artistas premiados a una categoría dentro del escalafón municipal, según el convenio colectivo de trabajo vigente. La APA (Artistas Premiados de la Argentina) informa en un comunicado que desde la sanción de esa norma, el monto del subsidio se ajustó en dos oportunidades, “no sin largas gestiones burocráticas”. De los aumentos salariales recientes –de carácter retributivo– los bolsillos de los artistas no tienen noticias. Pese a los múltiples reclamos, el jefe de Gobierno “hace oídos sordos, sin brindar ninguna explicación por el incumplimiento de la ley y sin responder a dos expedientes administrativos iniciados en marzo pasado”. Los artistas se movilizarán hoy a las 15.45 a la Legislatura para reclamar, ante la Comisión de Cultura, el cumplimiento de la ley.
Liliana Heker, premiada en la categoría novela desde 1988 por Zona de clivaje, cree que “el desprecio del gobierno de Macri por el trabajo artístico es perfectamente coherente con el claro desinterés de ese gobierno por aquello que tenga que ver con la cultura y la educación, y por lo que pueda hacer posible una vida digna de ser vivida para todos los habitantes de Buenos Aires... da la impresión de que para Macri los habitantes de Buenos Aires son ‘la gente como uno’ –ironiza la escritora–. Y la gente como Macri, ya se sabe, no concibe que muchas veces llegar a fin de mes pueda ser un problema, ni creo que le entre en la cabeza que alguien pueda ser tan chiflado como para pasarse años escribiendo una novela o componiendo una sinfonía o pintando o actuando sin recibir un centavo por ese trabajo, y que tal vez una compensación, aunque sea tardía, para seguir trabajando, no es más que un simple acto de justicia.” Heker dice que a veces escuchándolo a Macri hablar “del mismo modo que aquellos alumnos que, en el frente, recitaban su lección de memoria –sin que, en apariencia, lo que decían hubiese pasado alguna vez por su cerebro–, me pregunto si será capaz de reflexionar sobre estas u otras muchas cuestiones que deberían concernir a un gobernante, o si tal vez creerá que el deber de su cabeza está cumplido con lucir un casco después del derrumbe”.
Según se informa en la página web del Sindicato Unico de Trabajadores del Estado de la Ciudad de Buenos Aires (Sutecba), la cifra del premio –que se corresponde con la categoría “técnico, tramo B”– ascendió a 3416,67 el año pasado; pero a partir de enero alcanzó los 4164,09. Después de atragantarse con la suspensión sin previo aviso del pago del subsidio por un cambio en el sistema de liquidación a comienzos de este año, los artistas premiados iniciaron en marzo dos expedientes para reclamar el cumplimiento de la Ley 2199. El letargo burocrático es el sello de la factoría macrista. Aunque hay una resolución positiva del Ministerio de Cultura, los expedientes están detenidos en “Liquidación de Haberes” –dirección dependiente de Recursos Humanos– desde el 12 de mayo. Eximio dibujante y trabajador incansable, Eduardo Stupía desgrana su rabia como un veterano en atropellos de grueso calibre. “El gobierno no paga los aumentos no por una cuestión presupuestaria, sino como una estrategia solapada para ir desangrando el premio, silenciosamente, para finalmente liquidarlo, lo cual es un viejo anhelo de ciertas administraciones municipales, ávidas de utilizar esos fondos en operaciones mucho más mediáticas y promocionales que cumplir con la ley. Este tipo de artimaña que volvemos a enfrentar ahora ya fue desmontada oportunamente gracias a la movilización conjunta de centenares de intelectuales y artistas, premiados y no premiados. Nos están empujando a hacer lo mismo.”
Stupía aclara que el congelamiento no se trata de una desprolijidad burocrática ni de un lapsus escalafonario. “Es una estrategia de política cultural perversa, donde la omisión de las actualizaciones en los pagos o la suspensión del pago lisa y llana es una suerte de prueba piloto, a ver si se logra desnaturalizar el premio, discontinuarlo, vaciarlo de toda presunción de la obligatoriedad que tiene el municipio de pagarlo en tiempo y en forma, como una manera de quitarle toda legitimidad para poder cargárselo definitivamente. Es como si dijeran: ‘Empecemos con esto. Y en cuanto podamos, vamos por más’”.
Inés Fernández Moreno, premiada por los cuentos de Un amor de agua en el bienio 1996/97, no recuerda con precisión cuándo comenzó a cobrarlo efectivamente, pero calcula que se efectivizó después de 2000. “Siempre sufrió intentos de achicamiento y/o eliminación, al menos desde que yo lo tengo –advierte–. Una de las cosas que pasan, creo, es que es vitalicio. Un autor, además, se lo puede ganar a cualquier edad; y en la Argentina, como ya sabemos, sostener las instituciones, las políticas y las buenas intenciones nunca fue un fuerte. Menos aún si se trata de cultura, un área donde suele campear la idea del ‘amor al arte’, del mérito de hacer las cosas a pulmón y otros argumentos que ocultan el acendrado prejuicio de que el arte no es un trabajo productivo.”
No viene mal recordar que los entonces ediles de la ciudad aprobaron en 1919 la ordenanza para promover y apoyar la creación artística y sostener la continuidad de la obra de las/os artistas que fueran distinguidas/os por la Ciudad. “En un lenguaje diferente al que hoy usamos pero significativo por sus implicancias axiológicas –precisa la APA en el comunicado–, los considerandos de la norma dictada expresaban claramente el espíritu con que fue pensada: ‘No dádiva que envilece, sino aliciente que conforta [y] trofeo conquistado en la noble emulación’”. Las primeras distinciones se otorgaron a Alfonsina Storni por Languidez en poesía y a Manuel Gálvez por Nacha Regules en prosa. Desde entonces, año tras año, se incorporaron progresivamente los premios en Teatro, Música y Artes Plásticas; y lo recibieron, entre otros, Alberto Vaccarezza, Roberto Arlt, Leopoldo Marechal, Jorge Luis Borges, Alberto Ginastera y León Ferrari. “Es notorio el desinterés del Gobierno de la Ciudad por la cultura en cualquiera de sus manifestaciones –subraya Vicente Battista–. Ignorar los aumentos que nos corresponden por ley, así como licuar el premio, es un eslabón más en la cadena de despropósitos que caracterizan a este gobierno. Sin duda, se trata de una política maquiavélicamente programada que consiste en ignorar todo lo que implica educación y cultura; el conflicto de los colegios es un ejemplo contundente.”
La dilación en el pago de los aumentos sin que medie explicación no es casual. Lo afirma Tamara Kamenszain, premiada en 1999 en la categoría ensayo por La edad de la poesía (Beatriz Viterbo). “La idea que subyace es la de congelarlos hasta que se transformen en monedas y así mostrarnos de todas las formas posibles que nuestra producción no vale un centavo –alerta la poeta–. Hoy se trata de la gestión de Macri –una gestión que por otra parte viene mostrando hasta el hartazgo su desinterés por la cultura–, pero la idea de que cualquier incentivo a la gente que produce cultura es una dádiva y un dinero desperdiciado no deja de ser una constante en el modo argentino de pensar la cultura, más allá de los gobiernos de turno. Hasta que no cambie esa mentalidad seguiremos sintiéndonos unos linyeras que tienen que pelear por un premio que no merecen y que quién sabe por qué maniobra del azar recibieron. No hay que olvidar que muchos importantísimos escritores con cuyos nombres los funcionarios se suelen llenar la boca en el exterior sobrevivieron y sobreviven penosamente gracias al más que exiguo importe de estos premios.”


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