“Colección de Arena”- Marta Ortiz. Editorial Fundación Ross- Rosario 2013-
Argentina.
Marta Ortiz, que publicó su primer libro de
cuentos en Puerto Rico gracias a un importante premio internacional, ensayista además de narradora, poeta,
coordinadora de talleres literarios, investigadora de la literatura escrita por
mujeres, ha publicado en la Editorial
Fundación Ross, “Colección de arena”, un libro de
relatos que desde sus primeras páginas sumerge al lector en la hondura, en la
espesura en la que la riqueza del
lenguaje se impone. Lenta, suavemente las historias van emergiendo desde esa
profundidad. La percepción del
narrador, que por su ubicación
imprecisa sólo puede hablar desde la incertidumbre, es difusa, apretada,
indecodificable como si la realidad estuviera compuesta de capas y capas y
capas indefinidamente, capas que es
preciso ir quitando para no llegar nunca al centro. Pero a esta “imprecisión”
tiene como contrapartida una minuciosidad en la descripción, un detallismo,
impecabilidad y aún así la sensación es de inabarcabilidad no desaparece. Frases
que crean nuevos espacios y
circunvoluciones dentro del espacio del relato. Textos que se encriptan y dejan
resonando la voz que sigue hilvanando profundidades. Se detecta cierta
morosidad o detenimiento en el peso de cada palabra, como si a las palabras Ortiz quisiera extraerles su luz, de esta manera el texto resplandece una y
otra vez.
Llama la atención la mirada sobre el mundo, un
mundo de perfiles abultados a veces ampuloso, cargado de contenidos y presencia, que muestra sus contornos, olores,
superficies, matices, ricas texturas y variaciones de toda clase. Cada elemento percibido por el narrador tiene
prestancia, es suntuoso, posee un rasgo de exquisitez y, entre ellos, los
árboles, su follaje, las plantas tienen un sitio privilegiado. Los hechos, las
cosas no son sólo nombradas: son vestidas y ornamentadas. El ojo de quien narra
le encuentra algo más, alguna suntuosidad que no pudo dejar de ser pasada por
alto. Y el lenguaje está ahí, codo a codo, peleando la posibilidad de alcanzar
completamente lo que se captura con la mirada, el olfato, el tacto, el oído, más que minucioso, el lenguaje
busca ser certero. La palabra es precisa pero el movimiento de búsqueda
continúa en esa suerte de envolturas y circunvalaciones.
Generalmente los relatos no pueden
encuadrarse en la clásica modalidad edípica del cuento que plantea un asunto en
torno a un eje vertical. Sin carecer de tensión y con la ineludible intensidad
que imprime su estilo, se vuelve un poco vago. Esa cuota de vaguedad combinada
con la intensidad le confiere al texto su singularidad.
Los sucesos suelen aparecer traídos desde
otra situación como si la vida fuese un entramado complejo, difícil de predecir
y desmontar, todo fluye en su intrincada red y la vida después sigue sucediendo
una vez concluido el relato en una continuidad que el relato no puede contener.
De esta manera lo narrado va deshojando
sus capas y capas que han engrosado las
posibilidades de percibir, de comprender, de descifrar, quizá por eso se
experimenta la sensación de que lo que ocurre es impreciso e inabarcable, que
el texto sólo puede dar cuenta de uno o de algunos perfiles de la realidad
porque la realidad es mucho más extensa que lo que el texto abarca.
La evocación
con relativa frecuencia integra o le da forma al relato. Un antes de
opulencia perdida o un pasado significativo que potencia el presente del
relato. El acto de leer suele ser la materia del relato, asimismo como lo es el
relato enmarcado o referido: reproducir otro texto, recrear otro texto. Los
textos en sí mismos constituyen un valor en su carácter de objetos
preciosos, suelen tener la envergadura
de esa superficie opulenta del mundo, pero son los objetos preciosos por
excelencia (“El cofre verde”). El texto enmarcado, referido o recreado,
entonces forma parte de la belleza del mundo, de un mundo exponencial y el
objeto que a su vez lo contiene, el libro,
es lo que posee un alto valor, incluso el recurso de la evocación podría ser considerado con la misma función de
un intertexto. El cuento recordado de la infancia o el argumento de un libro
que se leyó parecen tener el mismo rango de la escena recordada: nutren las surtidas posibilidades que el mundo ofrece. Del mismo modo los tiempos -el antes y el después- son dos aspectos más del rico mundo que ahora
desborda y cautiva la atención del
narrador. En el cuento “El hundimiento”, el mundo tal como lo conocemos ha
dejado de ser y en él el libro es el
alimento que se busca, que se pesca. El acto de leer, de contar o de evocar se
convierte en fetiche dentro del relato
acrecentando aún más el nutrido mundo que se muestra como imposible de
ser explorado en su totalidad. ¿Pero
cuál es la diferencia entre los múltiples objetos de ese mundo que brilla,
atrayente, lleno de texturas, olores y espesuras y el texto que a su vez
contiene un mundo equivalente con cualidades semejantes? El sistema de cajas
chinas entre el texto y el mundo del relato se corresponde con el juego de duplicidades
que suele presentarse con frecuencia en la trama de estos cuentos, por ejemplo
en “Muñecas”. El texto, los libros, las historias contenidas tal vez sean
dentro de la lógica de este universo creado por Ortiz la piedra de toque que
metamorfosea la multiplicidad del mundo real. A su vez la vida y el arte están
por un lado vinculados o integrados y por otro, en contrapunto como en el
cuento “Pámpanos” donde una mujer va a un museo pictórico posponiendo de esta
forma la ineludible visita a un velatorio familiar; la vida y la personalidad
del muerto reciente han sido vacuos, sin embargo las obras de arte son soberbias.
“Colección de arena” es un volumen extenso que permite muchas entradas e interpretaciones, una serie de reseñas con enfoques diferentes que han sido publicadas en la red y en diarios impresos demuestra por su variedad de enfoque que este es un libro que promete muchos lectores y muchas lecturas.
“Colección de arena” es un volumen extenso que permite muchas entradas e interpretaciones, una serie de reseñas con enfoques diferentes que han sido publicadas en la red y en diarios impresos demuestra por su variedad de enfoque que este es un libro que promete muchos lectores y muchas lecturas.
Marta Ortiz nació en Rosario, Argentina. Licenciada en Letras graduada en la U N R.
Publicó El vuelo de la noche (cuentos, La Editorial, Univ. de Puerto Rico, 2006); Diario de la plaza y otros desvíos (poesía, El Mono Armado, Bs. As, 2009); Colección de arena (cuentos, Editorial Fundación Ross, col. Narrativas Contemporáneas, Rosario, 2013). En antologías, entre otras: Los cuentos (Ed. Fundación V. Ocampo, Bs As, 2007); Los poemas (Ed. Fundación V. Ocampo, Bs As, 2009); El río en catorce cuentos (Editorial Fundación Ross, Col. Narrativas Contemporáneas, Rosario, 2011); Cuando el río suena (poesía, Vinciguerra, Bs Aires, 2012). Poemas y cuentos suyos se incluyen en publicaciones en soporte papel y digital
Es miembro fundador del grupo de gestión cultural Cuando el río suena. Edita libros de narrativa. Desde 2003 coordina el taller de Lectura y Escritura Ópera Prima y un taller de lectura crítica. Colabora en medios culturales de su país y del extranjero. Coordina la sección Literatura de REPLAY WEB, Revista Digital de Periodismo Cultural:
http://www.replayrevista.com/literatura/ Fue jurado en concursos literarios. Edita el blog “Vuelo de noche”:
http://www.marta-ortiz.blogspot.com/
Es miembro fundador del grupo de gestión cultural Cuando el río suena. Edita libros de narrativa. Desde 2003 coordina el taller de Lectura y Escritura Ópera Prima y un taller de lectura crítica. Colabora en medios culturales de su país y del extranjero. Coordina la sección Literatura de REPLAY WEB, Revista Digital de Periodismo Cultural:
http://www.replayrevista.com/literatura/ Fue jurado en concursos literarios. Edita el blog “Vuelo de noche”:
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Muy interesante comentario Irma; sin duda, un libro para leer con detenimiento, enmarcándonos nosotros también en el sistema de las cajas chinas de lecturas que los cuentos de Marta Ortiz proponen. Lo buscaré, gracias. Inés Legarreta.
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