Espiral de Saraswati

sábado, 2 de diciembre de 2023

"Feminalumbre": antología con cinco poetas.

 

Una aproximación al libro “Feminalumbre” por Irma Verolín

 

Existe un concepto que sostiene que, cuando las personas se unen bajo un interés común, generan algo a lo largo del tiempo que se llama egregor. En términos modernos esta palabra de  origen esotérico  vino a encontrar su equivalencia en lo que hoy se designa como campos de energía o campos de conciencia.  El biólogo Ruper Sheldrake los bautizó campos morfogenéticos.  Cuando   la integración  de los miembros se potencia y cuanto más intensa es la búsqueda del objetivo, mayor poder tiene ese campo de conciencia. Me refiero a  un plano virtual que es la matriz del mundo.  Este pensamiento fue el primero que se me cruzó antes de enfrentarme  a esta suerte de mapa de diversidad de voces estéticas. Más allá de las estéticas individuales quise descubrir  cuáles eran  los canales internos que conectaron  esta diversidad  para que se produjera el trabajo comunitario. Pero primero voy a   ocuparme mínimamente del trazado general de obra de cada poeta.

 

BEATRIZ ARIAS:

Poesía atravesada  por una impronta de registro melancólico. La mirada poética hace énfasis en un paisaje interior que encuentra en el escenario del mundo su correlato. Las imágenes  parecen armarse en función del recorrido de la mirada. También hay una dimensión de la memoria que deja traslucir un tono de nostalgia,  lo que finalmente demarca el  ya citado tono de melancolía. Interesa profundizar el modo en que se gesta la imagen. Palabras como recuerdo, memoria, legendario hacen contraste con sustantivos muy materiales y concretos. Pero, al mismo tiempo, se percibe la construcción de una suerte de espacio imaginario, una dimensión personal donde esa materialidad alcanza un nivel simbólico.

  Poesía de marcado corte existencial, hay al menos dos poemas donde se evidencia una búsqueda de la definición del yo. De lo dialógico del primer poema se sostiene el recurso a través de apelaciones, giros verbales o preguntas dirigidas a un interlocutor o interlocutora. La tensión poética está planteada en la interrelación e intercambio de voces.

 Palabras claves: imaginar, soñar (esa otra dimensión que se aspira alcanzar) Tensión entre dos espacios, el real, áspero y el idealizado, brillante. En esa tensión se extienden gran parte de los poemas incluidos en esta antología. También el pasado perdido aparece como el lugar opuesto a lo real, en la categoría de lo brillante.

 

 

ESTELA BARRENECHEA

 El primer poema establece un diálogo con una mujer ausente, por lo que el conjunto de poemas en esta antología se convierte en una ofrenda a ella. La necesidad del diálogo pone a la poesía en un lugar de interlocutora. Lo que luego se suma adquiere entonces un tono de confesionalidad. La estructura del diálogo se mantiene en los poemas siguientes. Cada poema se abre hacia otro que va mutando su identidad. También el  yo desdoblado se convierte en interlocutor.

 En principio el espacio textual aparece como un lugar de enunciación de propósitos, luego irrumpe la poesía. “Deseo de mar”, un poema potente en su aproximación a lo intangible. Y nuevamente surge lo conceptual, el texto como espacio de  manifestación de ideas que acerca la estética a la llamada poesía de pensamiento. Y a la vez, en un poema como “La flor” la poesía se presenta  a la manera de un correlato de cierta  línea pictórica  que le ha otorgado a  determinados elementos la trascendencia a través de la mirada y el entrecruzamiento de la luz. Al modo de una propuesta de la escuela impresionista el poema intenta captar la fugacidad.  Y no puede dejarse de lado la presencia de la naturaleza como fuente disparadora del discurso poético.

 

 

MARÍA ESTHER CHAPP El mar aparece como vínculo, conexión en tanto es el camino o canal de acceso a la tierra, tránsito  de la inmigración. Un fluir del movimiento de la memoria, de la proyección de cuerpos y almas,  historia y trayectoria de una estirpe familiar. La constelación familiar   se impone como  materia poética  y alcanza esplendor.  La enumeración retórica es el  mecanismo  que le permite abarcar un amplio espectro del universo representado  creando así un clima emotivo. El movimiento es hacia atrás en la prefiguración de la construcción de una identidad, en ese remontar el tiempo, llega  incluso hasta la niña. El trabajo rítmico escoge el verso corto que le otorga al poema vitalidad, fuerza, definición y se amolda a ese delicado, laborioso y vibrante trabajo de reconquista de un entramado familiar.  No está ausente el metaverso en tanto sustento de lo demás,  de esta forma la poesía  en su ir y venir en la reconquista y la pérdida se pliega sobre sí misma con un movimiento espiralado que busca el centro.

 

LILIANA LAPADULA

Ya desde la elección de los títulos de los dos primeros poemas aparece una clave: “Contraimagen” y “Figura y fondo”; la captación de la imagen, lo que puede ser visto y enfocado encuentra en el poema su alto valor simbólico.   Detrás de cada poema parece replegarse un gesto reflexivo sobre la vida misma  dando la impresión de que el poema encierra una clave. Hay en algunas imágenes el señalamiento de lo que se esconde, lo oculto detrás de  visible o aparente. Pero también opera el tiempo que deja su “huella”, por lo que lo  visible  deviene en presente y lo que está detrás es el pasado.  El concepto de misterio sobrevuela los versos. Y a veces brota el descubrimiento como una revelación de lo oculto, surge con esplendor como en el poema “Luz ocre” que termina con “Hay vida allí/ hay otros que respiran”. Pero el misterio subsiste, nunca se termina, por eso en el poema “La sequía” resaltan dos versos: “¿un indicio? ¿Un mensaje? (ver si hay algunos otros versos con signos de pregunta). Poemas en los que aparecen varios planos porque lo que se oculta necesita su  espesor. Ocultar y descubrir: dos extremos que ponen en tensión el texto creando un repertorio que luce sus variadas facetas. El último poema “Oquedad” está compuesto solamente por dos grandes preguntas. La pregunta  opera en función de llave o  bisagra que permite salir de lo desconocido para abrirse a alguna clase de revelación.

 

 

MARIA ELENA ROCCHIO:  Nos topamos con un primer poema centrado en el yo. El sujeto de la enunciación se recorta en primer plano. Y sorprendentemente en el segundo poema da un salto hacia lo más grande: el Cosmos. En el tercer poema el yo se afirma en medio de una totalidad. La línea  poética se visualiza con claridad, hay un yo individual frente a  su opuesto, el Cosmos o una multiplicidad de seres, en esa relación se balancea en busca de una autodefinición y de un  constante auscultar lo existente. El juego no cesa en ese deslizamiento entre la  propia interioridad y el mundo exterior. Rastros de poesía amorosa, la figura del amado de un modo aludido. El recorrido prosigue en esa búsqueda que toca cada uno de los elementos en una trayectoria que amaga ser infinita. También está presente el discurso dialógico con la propia tradición literaria a través de figuras como Rimbaud o Lorca dentro del cuerpo del poema.  Y de pronto en la página noventa aparece el mar como para sellar la mención de los mares que fueron fluyendo a lo largo del libro. En el poema V (pag 93) se evidencia este tironeo entre los material y lo inaccesible, entre el yo y la totalidad. A veces el recorrido poético  se desintegra o alcanza un climax  al dar un salto hacia lo absoluto.  Dos fuerzas en tensión  han hecho posible esta poética.

 

 Dije anteriormente que me propuse encontrar el elemento que aglutinara  plasmando en el texto la ley de integración a la que aludí antes, sí nos atenemos a este concepto la construcción de campos mentales a través de la experiencia de un trabajo en común necesariamente tiene que expresarse.  Predispuesta a detectar el  orden interno que gestó esta obra colectiva, intenté rastrear las líneas subterráneas que conectan los mundos poéticos.  Hay un elemento que atraviesa varios poemas, un  elemento que considero que, respondiendo a esta ley de las organizaciones colectivas,   es común a las cinco autoras y que creo haber encontrado y se trata  del mar. Veamos.

Arias: (pag 13) y marineros pag 9, puerto pag 11, mar pag 12. Océanos, cuentos marineros pag 15, el mar pag 17 y allí “El mar es una larga carta de regreso”, pag 20 el mar).

Barrenechea Mar, pag 28 “Deseo de mar”  El mar pag 30

Chapp, En Chapp el mar aparece prácticamente como un escenario donde se desarrolla la mayoría de los poemas.

Lapadula  “Tempestades” pag 78   El soplo,  pag 69, “pleamar” “naufragan en mares de ajenjo” pag 73, “mares infinitos”, pag 74.

Rocchio Pag 90 “Yo tuve el mar” Poema XX

 

Pensemos en la simbología universal del mar: idea de la existencia, de la totalidad del Universo, el movimiento titubeante del mar en la orilla podría considerárselo una metáfora de la  ininterrumpida oscilación de nuestra vida. La  desconocida profundidad del mar con sus espacios inexplorados, una zona  incógnita que es parte de lo que somos.  La inconsistencia y penetración del agua en sus múltiples manifestaciones nos habla del período prenatal . También el mar, vastísimo territorio,  nos refiere lo inaccesible, lo inabarcable, lo que nos supera. Sin embargo desde una visión estrictamente ligada a nuestra identidad nacional el mar tiene a su vez una significación definitoria, no ingenuamente alguien dijo que los argentinos somos hijos del mar o hijos de los barcos, hay una novela de Gloria Pampillo “Costanera sur” en la que ella habla del agua y de su condición movible y cambiante y lo relaciona con nuestro carácter de argentinos, que supone ser hijos del tránsito, de lo intermedio, no ser de aquí ni de allá, poetizado en los versos de María Chapp y estratégicamente ubicados en la mitad geográfica del libro.  Todo libro como artefacto se concibe aún desde lo inconsciente con una organización, cierta crítica de análisis literario nos pide que observemos el inicio, el final y el centro de cada texto. Siguiendo esta sugerencia diré que si nos detenemos a mirar el  final de esta antología, notaremos que para cerrar -como si esta trayectoria que se ancla en el mar no fuera suficiente-  Rocchio presenta al mar como una apropiación. Y resulta curioso, la segunda poeta, Barrenechea, tituló un poema “Deseo de mar” daría la impresión de que se estableciera una trayectoria dentro del volumen entre lo que se ansía y lo que finalmente se obtiene cuando Rocchio titula su poema “Yo tuve el mar” y en el centro la apoyatura más potente que es el mar como espacio del poema trazado por la poética de Chapp, ya que el escenario de la mayor parte de los  poemas es el viaje de sus ancestros  emigrantes.  La trayectoria se describe desde “El deseo de mar”( Barrenechea) el tránsito por el mar. (Chabb)  y la obtención del mar, (Rocchio). Me refiero a una trayectoria límpida que  diseña  el derrotero de un estado de la psiquis humana que se resume en el deseo como disparador de la acción, la acción concreta y la realización final de ese deseo.

Como  ya he dicho   toda creación que duplica el mundo genera su propio sistema, crea sus  leyes  particulares, este libro no podía ser la excepción, yo creo haber encontrado   al menos uno  de esos vasos comunicantes de los muchos que deben estar allí, listos para ser descubiertos. El libro seguirá produciendo sus sentidos con cada lectura y abriendo zonas de interpretación tan amplias e inabarcables como el  mismísimo mar.



"Feminalumbre", antología integrada por poemas de Beatriz Arias, Estela Barrenechea, María Ester Chapp, Liliana Lapadula y María Elena Rocchio, Alción Editora, Córdoba, Argentina 2023