Espiral de Saraswati

viernes, 17 de mayo de 2013

CARLOS ANTOGNAZZI: APROXIMACIÓN AL UNIVERSO NARRATIVO DE SU OBRA






                                    LA AMBIGÜEDAD Y LO EXTRAÑO


A la manera de la comedia humana de Balzac, el mundo de García Márquez o en el entramado de relatos del propio Saer, el universo compacto trazado por la obra de Antognazzi se dispersa en situaciones y personajes que se van desarrollando a lo largo de distintas obras, se diría que  las historias se van completando a través del tiempo en una serie de relatos que da la impresión de no concluir nunca, dejando así la evidencia de que  la solidez de la gran estructura reposa justamente en esa coherencia, en ese estado de compactación  que  suele ser una de las exigencias para construir un universo que se sostenga por sí mismo. De este modo el bicho, un gran animal marino –en algunos relatos indicado como ballena-,  que un buen día es descubierto en la playa para sorpresa y luego entretenimiento de todos, vuelve a ser el eje de un nuevo relato en otro libro o la pareja un tanto perversa que vive en  una localidad de la costa  reaparece como parte de un relato en el que se ahonda su perfil de personajes. Esto está rubricado en varios gestos: la aparición de dossiers que hablan del proceso de producción al final de cada libro, textos que dan cuenta de versiones anteriores de los relatos contenidos en los libros, reconocimientos que hablan además de la relación entre escritura y vida, cruces de unos textos con otros, o su vinculación con el sistema literario o el aparato editorial que   manifiestan una intención de totalidad en la factura del objeto libro que se corresponde con la voluntad expresada en este “sin fin” de los relatos, planteados como un sistema inacabado que promete redondearse infinitamente.
  La presencia del agua  es en los relatos de Carlos Antognazzi un elemento del paisaje que incide en la trama  y afecta el desarrollo de la historia. Por momentos hay algo irreal en el paisaje y no sólo por el empleo de la técnica del extrañamiento sino porque el agua en sus diferentes formas (río, mar, océano, lluvia) adquiere un valor simbólico, ese bicho que aparece ante la vista de todos en la playa no podía sino provenir del agua si confiamos en la coherencia de este peculiar universo narrativo. Podría pensarse que el tratamiento del paisaje hay un gesto pavesiano: Si la colina es en los relatos de  Cesare Pavese el lugar mítico, lo es en la misma medida el río en los de Antognazzi. A través de la imagen del río se funda un espacio con leyes propias, leyes que se van consolidando, perfeccionando en cada libro a lo largo de un tiempo prolongado. El río oculta y devela. El río es un espejo: “Se entretenía observando su propia figura reflejándose en el mundo líquido del río” (1). El río permite construir la propia identidad, ya que verse reflejado en un afuera no supone sólo mirarse sino reconocerse en una individualidad a través de la percepción de la propia imagen. El agua en su movimiento cubre, oculta o delata. Es el movimiento de la vida misma que realiza sin interrupción dos acciones: Encubrir- descubrir. A esa fuerza no manejable ni previsible están sometidos los personajes. Entonces el espacio del relato es un espacio en continua transformación, determinado  especialmente por el agua que se mueve, que da y despoja según sea su ir y venir.  La clásica antítesis “ciudad- campo”, parece ser reemplaza en estos relatos por “ciudad- río”. Digamos entonces que el espacio de lo que no es ciudad está dominado por la presencia del río. O en todo caso el océano que tiene la misma función que el río. El río ha  bajado, ha dejado de ser río desapareciendo de improviso y al hacerlo ha puesto en  la luz lo que antes fue ocultado. El océano en su proceso de retroceder amenaza con la destrucción completa, la ausencia de la vida misma. Algo similar a la  falta de lluvia planteada como amenaza en “Llanura azul”.
El río que usualmente muestra su perfil piadoso, calmo,  es una presencia positiva en este universo de los relatos de Antognazzi, tanto es así que la inminencia del Apocalipsis está marcada por su ausencia. Ese río muerto es acaso  la carencia de vida, gente como sonámbula, espectros que van, un pueblo, los desposeídos. Aquí el río seco  de alguna forma puede funcionar como metáfora del país.
    La ineludible presencia del agua  -río, mar y otras variantes- nos lleva a sentir que los personajes se mueven en un mundo acuoso, sometidos a las cualidades de lo líquido: fluyen, flotan, pierden su voluntad frente a la morbidez que los contiene. En todo caso en el mundo de estos personajes la vida tiene el movimiento oscilante de un río con subidas y bajadas, de un mar que amaga y retrocede, los personajes sujetos a ese vaivén, saben que están doblegado a esa constante que no depende de ellos.
Con demora, lentitud y el tiempo suficiente para meditar las decisiones los personajes se enfrentan a un hecho ineludible, abandonar el espacio familiar, ya sea porque se transfigura o porque  se  ha vuelto expulsivo, para ocupar otro  que es desconocido  y que tiene el sello de lo ajeno. Los personajes presencian el cambio con cierto estupor. En este sentido el enfoque se aleja del regionalismo clásico donde el terruño es aquello poseído, lo propio, lo incanjeable e inajenable. En el universo de los relatos de Antognazzi,  el lugar de pertenencia aunque  al principio tenga la huella personal y refleje la identidad,  resulta arrebatado por lo general mediante la decisión del personaje porque no tiene otra opción que la de partir.  Lo propio se vuelve ajeno en virtud de una transformación del paisaje. Mar en retroceso, río en bajante, casa invadida por los médanos,  así que con frecuencia, con mucha frecuencia hay que dejarlo todo para irse. A veces se trata de otra clase de huida, el viaje –en moto, bicicleta, piragua- indica el abandono de una etapa de la vida, niñez o adolescencia, como una forma más de extranjería.
  No es casual la alusión al director de cine  Roman Polansky en uno de los relatos de “Cinco historias”.  La  estética de Polansky  puede ser una clave para desentrañar la propuesta literaria de esta extensa obra.  Ciertos rasgos como lo tortuoso, lo amenazante pero presentados al sesgo, ocurriendo  con suavidad, delicadeza, con absoluta ambigüedad,   vale decir sin perder su escozor, como en  un segundo plano que acecha todo el tiempo la lisa tersura del primer plano y da la impresión de que en un  desplazamiento trágico puede pasar a  ocuparlo completamente. Y lo interesante es que esto nunca ocurre.
 La obra de Antognazzi  bien podría ubicarse en lo que tal vez se llame un “realismo extraño”.  Un realismo que se escapa de su marco y avanza hacia lo infrecuente para mantenerse en el borde. Lo extraño puede surgir no sólo por el retroceso del mar o la bajada del río, por un animal instalado fuera de su hábitat, por dos lunas que caen contra la tierra o la amenaza de raros seres llamados “gorgones” sino  por la elección del tono del relato y en el tratamiento de la historia, en la forma de presentar a los personajes y resolver los conflictos. Ese desplazarse tocando fondo sin ponerlo al descubierto es un plus que enriquece los relatos. Lo extraño es llevado a su máxima expresión en la situación de verse desalojado del propio lugar, la pérdida de la pertenencia se transforma de ese modo en el emblema de lo no familiar. De alguna manera se refiere a un mundo en continua disolución que deja extraviados a los personajes quienes en verdad son extranjeros en su propia existencia. Pero lo extraño adquiere muchas vestimentas en sus múltiples matices: edificio con características muy particulares que es también un mundo en sí mismo y que como el mar impone sus condiciones, a la manera de un gran ser que domina (2) o unos libros ofrecidos en consignación que se vuelven valiosos por su escasez y de un modo fortuito perjudican al vendedor (3),  o de formas que alguien reproduce en este y en  otro continente sin explicación (4). Entre  estos dos márgenes, el de lo fantasmal y el de las certezas orillea  constantemente sin anclarse en ninguno  y  es ese ir y venir inestable el que le otorga a los textos su magia y su perfume, la necesaria dosis de incertidumbre que los hace literarios.  Va y viene, se difumina, juega con la imprecisión, deja flotando la acechanza que no termina de disolverse pero que tampoco da la batalla final, lo que hace del texto un espacio de riqueza de significados, borra sus orillas evocando infatigablemente un más allá, un más acá, una posibilidad de impensados sucesos.
Este es apenas un intento o tal vez un punto de partida para futuros enfoques  que no logra abarcar una obra extensa y valiosa que se configura en sí misma con una serie de  marcas y hallazgos propios que la recortan  y destacan dentro del conjunto de producciones literarias de la Argentina actual.


(1)   de “Cinco historias”: “El lento abrazo del mar” pag. 83
(2)   De “Cinco historias”. “La construcción del imperio” pag 11
(3)   De  “Mare nostrum” “Un artista de la inmortalidad- pag 75
(4)   De “Interludio”  “Donde el río termina”, pag. 81

  Bibliografía:
  “Al Sol”- Asociación santafesina de escritores. Santa Fe 2002
  “Cinco historias”- Ediciones Tauro- Santa Fe 1996
  “Interludio”- Ediciones Tauro- Santa Fe 2010
  “Mare nostrum”- Ediciones Tauro- Santa Fe 1997
   “Llanura azul"- UNL- Santa fe 1992.




Carlos O. Antognazzi nació en Santa Fe (Argentina) el 14 de mayo de 1963. Reside en Santo Tomé.
Publicó los libros Historias de hombres solos (Cuentos, 1983), Punto muerto (Cuentos, 1987), Ciudad (Novela, 1988), El décimo círculo (Cuentos, 1991), Llanura azul (Novela, 1992), Narradores santafesinos (Ensayo, 1994), Apuntes de literatura (Ensayos y entrevistas, 1995), Cinco historias (Nouvelles, 1996), Mare nostrum (Cuentos, 1997), Zig zag (Cuentos, 1997), Road movie (Cuentos, 1998), Inside (Poesías, 1998); Al sol (Cuentos, 2002); Arte mayor (Poesías, 2003), Los puertos grises (Novela, 2003); riverrun (Poesías, 2005); Señas mortales (Novela; Castalia, Madrid, 2005); Triplex (Nouvelles, UNL, 2008); Ahab (Poesías, 2009); Interludio (Cuentos, 2010); Leve aire (Poesías, haikus, UNL, 2010); Las estaciones (Poesías, 2012).
Obtuvo los primeros premios «Diego Oxley» 1984; «Mateo Booz» 1985; «Nacional de cuento» 1986; Nacional de cuento inédito «Más Allá» 1987; «Anual de novela» 1987; «Trayectoria destacada» 1988; provincial «Alcides Greca» 1992; internacional «Felisberto Hernández» 1993; «Los destacados» 1994; «Santo Tomás de Aquino» 1997; nacional «Juana Manuela Gorriti» 1997; «Instituto Argentino de la Excelencia, IADE» 1997; nacional «Olegario Víctor Andrade» 2000; provincial «Mutual de los integrantes del Poder Judicial de Santa Fe» 2001, ASDE-Lux 2002; «Instituto Argentino de la Excelencia, IADE» 2003; XII Premio «Ciudad de Huelva» (España, 2003); VII Premio «Tiflos» Novela (España, 2004); Premio SATO 2005 (Rotary Club); provincial «Alcides Greca» 2007; interprovincial «José Rafael López Rosas» 2009.
Fue finalista del Premio Nacional de Literatura de la Secretaría de Cultura de la Nación, promoción 1993-1996, por Narradores santafesinos, rubro “Ensayo Literario y Crítica Literaria”; del premio de novela fantástica “Tristana” (Ayuntamiento de Santander, España, 2004); del premio "Vivendia" (Guadalajara, España, 2006), del premio internacional “Crepúsculo” 2007 Y 2010 (Fundación Tres Pinos y UBA, Buenos Aires), y nuevamente del premio de novela fantástica “Tristana” 2008 y "Tristana" 2010. Obtuvo, además, numerosas menciones.
En 2004 fue declarado «Santafesino Destacado» por el Honorable Concejo Municipal de la ciudad de Santa Fe.
Fue becario del Fondo Nacional de las Artes, la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe, del Gobierno de España (CEULAJ, para asistir al Primer Encuentro Iberoamericano de Escritores Jóvenes, en Mollina, Málaga) y del Gobierno de Venezuela (CONAC, para asistir al Primer Taller Internacional de Jóvenes Escritores Latinoamericanos, en Barquisimeto). En 1997 obtuvo, también por concurso, el “Subsidio a la Creación Artística”, de la Fundación Antorchas, para editar Road movie.
Cuentos suyos fueron traducidos al italiano y al inglés. Algunos circulan en Internet. Integra antologías en España, Estados Unidos, Italia, México y Argentina. Ha dado conferencias y presentado ponencias en congresos y encuentros de escritores. 




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