Cuando el arte simboliza los procesos de la evolución humana
Lo primero que llama la atención en “:Salir
de cacería” de Patricia Severin es el dominio de una prosa que mantiene con solvencia el ritmo narrativo
a lo largo de una extensa cantidad de páginas.
En segundo término, si nos atenemos al llamado “pacto de lectura” o en otras
palabras si consideramos la propuesta de
la novela desde lo literario, la pauta implícita es la de dejarse llevar
por la historia o por el flujo de los acontecimientos, lo que de inmediato nos
pone a los lectores en situación de complicidad, debido precisamente a que son la trama y el perfil de
los personajes el modo en que se articulan
los lineamientos estéticos. Novela clásica, de tono neutro con una bien tejida
trama y con un sostenimiento dosificado del suspenso.
En este mundo previsible de un espacio
provinciano, son varias las situaciones en las que los personajes resultan rebautizados. Esto se puede
interpretar de varias maneras. Al cambiar el nombre cambia el destino, decían
los antiguos griegos. O bien poseen doble identidad o tienen una máscara o
inician una etapa nueva en su vida. El cambio de nombre en un determinado momento de la vida puede ser un indicio
de apropiación si el otro, el que rebautiza, como ocurre en la novela de parte de Federico hacia
Amelia, que al rebautizar corta su nombre completo, como un acto de fragmentación
o cercenamiento que es lo que, en resumidas cuentas, hace en un plano emocional
o psíquico. En ese cambio de nombre podría entonces anticiparse el comienzo de
la destrucción de la relación afectiva entre
Amelia, llamada por Federico “Ame” y el
mismo Federico. Aquí funcionaría el nombre como máscara, el nombre nuevo como
cambio de destino y también como un indicador de que el personaje no se
encontró a sí mismo. Al abreviar su nombre o quitarle una parte, Federico le
amputa a Amelia una dimensiónh de su identidad en forma simbólica como si él le
quitara algo de su integridad al tiempo que se apropia de su persona.
Otra de las situaciones en la que aparece el
cambio de nombre más marcadamente como disfraz es en la elección de la
direcciones de mail, llamada por el narrador “nombre de fantasía”. Siguiendo
esta línea de interpretación podría pensarse a la novela “:Salir de cacería”
como a una novela sobre la identidad indagada en principio desde el punto de
vista del género. Pero a medida que se avanza en la lectura resulta evidente que se trata de la identidad
en un sentido más existencial, ya que se va profundizando más y más en el
planteo y el desmenuzamiento de esta quita de la individualidad del personaje
femenino frente a la seducción ejercida por Federico a través de las máscaras.
El amor romántico también aparece como un disfraz, una suerte de encantamiento
que encubre su carácter de cacería, de atrapamiento y enajenación. Y en algún
sentido el amor romántico se presenta como un travestirse. Siguiendo la misma
línea de planteo podría afirmarse que en la novela hay toda una cultura sobre
la vestimenta femenina, las descripciones de la ropa, especialmente de las
mujeres, es precisa y distintiva y se apoya en el trazado de lo simbólico en
los nombres, la elección del atuendo en las mujeres tiene su particular significación, tal sería el caso de
los trajecitos todos iguales y múltiples de la esposa de Federico por ejemplo
que es un personaje que representa el modo mecánico de vivir, el viejo camino
trazado de los roles fijos, la manipulación de unas personas sobre otras para
obtener beneficios personales, en suma el viejo paradigma de la era piscina,
patriarcal, vertical, sostenedor del
predominio de unos sobre otros, de fuertes sobre débiles, de energía masculina
sobre la femenina. Lo interesante es que en esta novela ese papel de energía
masculina dominante que ha nutrido la literatura en América Latina bajo el
personaje del dictador o en la novela de la serie negra norteamericana, la del
asesino a sueldo o el gángster o en la tradición de la novela italiana la del
capo mafia tiene aquí un plus simbólico
que es la dupla de la unión de dos energías, masculina y femenina, encarnados
en la figura de Federico y su esposa, quienes obtienen el beneficio de devorar
la energía femenina mediante la seducción romántica en forma organizada y premeditada.
No es casual entonces que el personaje
protagónico -Amelia- tenga por profesión la de intérprete: domina dos idiomas,
conoce el código. Ella desentraña el plan que automáticamente vienen poniendo
en práctica Federico y su esposa en el que la energía masculina opera como
accionadora y la femenina como organizadora de esa acción.
Al adocenamiento,
acumulación, al culto a la cantidad sin contenido que supone coleccionar
mujeres para seducir y en este sentido apoderarse de ellas, practicado por
Federico, se le opone el intento de originalidad de Amelia que busca construir
su identidad arrasada mediante un acto de sinceramiento y separación, casi
podría decirse en términos junguianos de “individuación”. Los ejes sobre los
que se articula toda la historia son el de verdad versus encubrimiento, de amor
genuino versus relación enfermiza hacia las personas o dependencia emocional al
extremo de que el mal llamado amor se
presenta como una adicción y en la etimología de la palabra adicción
encontramos: dependencia, falta de libertad y entonces “ser cazado” o atrapado
resultan sinónimos y “no dicción”, falta
de expresión de lenguajes, ausencia de palabras ordenadoras y nombradoras de lo
real, no traducción al código conocido, lo que nos remite por oposición al manejo de la palabra que
Amelia posee en tanto traductora de dos sistemas lingüísticos.
Cabe señalar que en la novela se registran además al menos dos planos: el de la llamada vida real
con toda su serie de capas de engaños y puestas en escena y el mundo onírico
como un espacio revelador mediante su lenguaje simbólico.
Es casi inevitable no homologar “:Salir de
cacería” a una parábola, o no pensarla como una gran metáfora que nos habla del
viejo paradigma entendiendo que por el modo en que los seres humanos hemos
actuado frente a todo lo existente puede
ser representado en la forma del
cazador, de aquel que va y mata, del
que de un modo instintivo y egoísta se
apodera de la energía, del cuerpo, del bien ajeno mediante un acto rapaz. En
este acto que nos remite a nuestros primeros estadios de la evolución física,
cuando el ser humano no conocía otra forma de alimentarse más que la caza, se simboliza el modelo patriarcal, dominante que
no respeta las necesidades de los que fueron ubicados por debajo de su poder
omnímodo. La propuesta para acceder al nuevo paradigma consiste en pasar del modelo del cazador al modelo del
agricultor. El agricultor ante todo no está fuera de los ciclos del tiempo, del
cambio de las estaciones, del trabajo paciente y colaborador de los otros
reinos de la naturaleza, y establece un diálogo con las fuerzas naturales donde
el respeto y la autodependencia juegan su papel principal. La novela de Severín induce a pensar en esta metáfora, toda la novela es una suerte de alegoría de
pasaje evolutivo de la conciencia humana del patriarcado a la diversidad, en
otros términos de la era pisciana a la era acuariana. Lo interesante en este caso es la construcción de dos
personajes para representar la energía
devoradora y dominante, el matrimonio de Federico y su señora, porque en
realidad las energías se fusionan y no están separadas nunca. La novela puede traducirse como un viaje desde el sometimiento de una cárcel
de oro a la liberación y el reconocimiento de sí misma a través de bucear en un
nuevo paradigma, que está encarnado en la figura del personaje del hombre hindú que marca sus
contradicciones y hace las veces de maestro espiritual. Ese desorden de la energía femenino- masculina
sólo puede reestablecer su equilibrio mediante un juicio público con el que nos
encontramos en las páginas finales y que pone en jaque a toda la comunidad, entroncándose en la tradición de las mejores
historias ha aparecido un cadáver. Un
nuevo elemento desde lo literario es que cuando la historia se esclarece y los
personajes parecen haber dividido las aguas, surge nuevamente sobre el filo del desenlace la ambigüedad que nos ofrece un final
abierto para esta singular
composición novelística.
Patricia Severin publicó : “La loca de ausencia” Poesía. Ed. Libros de Tierra Firme –1992- “Amor en mano y cien
hombres volando” Poesía. Ed. Libros de
Tierra Firme -1993- “Las líneas de la mano” Cuentos. – Ed. UNL -1997- “Sólo de amor”, Cuentos. Ed LUX -1999- “Poemas con Bichos”, Poesía.. Ed.
Vinciguerra – 2002, “Libro de las certezas” Poemas. Ed. Grupo Editor Latinoamericano- 2009- “Poemas Inolvidables”
Poesía, Ed. Latin Heritage Foundation-2011. “Abuela y
la niña” , Editorial Palabrava 2012-
Blog de Patricia Severin: http://www.severinlopezseverin.com.ar/blog/
Ha recibido diversas distinciones, entre ellas la Faja de
Honor de la SADE 1993
y en 1998, Premio Publicación ASDE 1999. - Premio Fondo Nacional de
las Artes 2001 y Premio Municipalidad de Buenos Aires por libro edito, bienio
2002-2003 , Mención Especial del Jurado del Premio Macedonio Fernández en 2008.
Ha incursionado en el ensayo y
participado en numerosas publicaciones nacionales e internacionales.
Integra junto a dos escritoras la dirección de una editorial en Santa Fe.
................................... ..... -Derechos reservados- En caso de reproducir citar la fuente-
excelente comentario a "Salir de cacería", Irma, una novela clásica, como bien aclaraste, muy bien tramada y atrapante, de Patricia Severín.
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