VIAJE AL INTERIOR DE LAS COSAS
En los poemas de “Satori” e incluso en “Voces en el interior del sueño de la piedra” de Héctor
Freire se experimenta la inagotabilidad del sentido. La vida se escabulle y la
contingencia de este devenir es pura ilusión. Aunque se evidencia un retaceo de
la figura humana, la presencia de la mirada profundiza todo aquello que aparece
y que deslumbra y que a la vez invita a continuar la búsqueda incesante de ese
sentido que el mundo otorga a cuenta
gotas pero que promete seguir regalándose si la pasión de mirar no claudica.
Héctor Freire aceptó el reto de no
abrigarse en el yo lírico, hay algo de templanza y de desafío en esta voz que
hurga y encuentra la belleza incluso en la aridez, en lo inesperado. El gesto
de sorpresa apenas se asoma pero la fascinación ante lo visto estalla dentro
del poema. Y lo curioso es que la escritura no
siempre suele encontrar su disparador en la tridimensionalidad de la
vida sino en la bidimensionalidad de la fotografía y del cine, el buceo
entonces es un desafío mayor. La belleza rescatada como el resultado de un auscultar exquisito se muestra en su desnudez. Tomar el perfil exacto, sin
merodeo, de un zarpazo pero a la vez con delicadeza. Poesía de la interioridad, de sentido
apretado. Se trata de franquear una puerta que entreabre otras puertas en una
infinita búsqueda. Cierta parquedad de esta voz vuelve al poema en una zona
misteriosa, misteriosa incluso en las franjas de sus descubrimientos. Lo desplegado, lo visto, lo hallado en este
buceo, en este peregrinaje muestra sólo un perfil, suficiente y deslumbrante, pero el viaje de
descubrimiento es una promesa que la escritura apenas deja soslayar. Leer estos
poemas supone aproximarse a las cosas del mundo sabiendo que lo que queda afuera del acto de conocimiento es inmensamente mayor y majestuoso. El poema se propone así
como una aproximación, una aventura que opaca
el ego. Textos epifánicos, la literatura en su mejor expresión.
Claridad sin sol
(Contemplación de una vieja fotografía)
Lo real debería ayudar a vivir los sueños
Para Tito
La boyita blanca se hundió de golpe y sin avisar,
y un pez plateado iluminó el agua como el follaje
encendido de los árboles en las tardes de otoño.
En ese "instante vacío" los tiempos sen entrecruzan
y nuestra relación con el paisaje se invierte:
más que recordar sentimos que el pasado nos recuerda.
-Pero la memoria es aquello que a medida
que nos acercamos nos alej.-
Ahora el viento persiste con su presencia sin cuerpo
y barre las hojas ante la claridad que muere:
-Paciencia y lentitud.-
La luz se ha comprimido en el rincón
más oscuro de la fotografía,
tiene miedo de estar perdida:
el peso de las sombras cierra todas las puertas,
y finalmente desaparece , como el recuerdo
de aquella escena junto al lago e la que mi padre
me habló de los misterios de la pesca.
A veces, se tiene la impresión de habitar una imagen,
el sentimiento de que el tiempo, al igual que aquel pez,
súbitamente está fuera del cuadro.
Y en silencio avanza, y a medida que crece su presencia
disminuye la del que la contempla.
Sin movernos , la memoria nos cambia de lugar,
nos da y quita realidad.
"Satori" Ediciones en Danza, Bs. As. 2010.
*****
Paradoja
La araña hila
una oscura plegaria
alrededor del insecto paralizado,
armoniza su apetito
con pequeños gestos
bajo la lluvia.
Mientras, los pájaros
ensayan su canto vespertino.
Así de simple:
en el instante de máximo equilibrio,
la destrucción sucede.
"Satori" Ediciones en Danza, Bs. As. 2010.
*****
Jardín zen*
El tiempo ancló ahí su punzante trabajo de cirugía.
Sin embargo, esa piedra simple, irregular, austera,
parece restituir al jardín la luz lunar almacenada.
Su escrupulosa exactitud hace que el grano de arena
más ínfimo se convierta en infinitos destellos.
De tanto ser mirada, esa "piedra de sol"
se ha vuelto transparente, su realidad innata
hace del ritmo del cielo un mar sin espesura.
El instante que brilla y se abisma en sí mismo,
y nunca desaparece por completo.
Hay momentos imposibles de medir y contener:
son bendiciones inmerecidas e imprevistas.
Semillas que estallan y describen
la naturaleza inmóvil del tiempo.
Ahora la luz, en el centro del jardín,
se vacía de su sombra:
un pájaro se ha detenido en el aire.
Es como un sueño que no encuentra cuerpo para soñar
un agua muerta de tanto estar despierta.
* En el templo Ryoanyi de Kyoto, hay un jardín zen de arena blanca y grano grueso que tiene la virtud de reflejar los rayos de la luna. Esta arena, rastrillada por los monjes en rectos surcos paralelos o en círculos concéntricos, forma una "pintura abstracta " en torno a rocas irregulares.
"Satori" Ediciones en Danza, Bs. As. 2010.
Héctor Freire nació en Buenos Aires en 1953. Poeta. Profesor de Letras, crítico literario y de cine. Fundador de la Primera escuela Literaria del Teatro IFT. Fue Jurado del Fondo Nacional de las Artes (género ensayo). Director de la revista Rizoma. Forma parte del Consejo de Redacción de la revista Topia (Psicoanálsis, sociedad y cultura) . Jefe de la revista de poesía Barataria, y feje de Eidción de la revista cultural La Pecera (Mar del Plata). Fue guionista del programa televisivo DNI. Publicó los libros: "Literatura y cine" (1996), " Sostiene Tabucchi" (1999), "De cine somos; críticas y miradas desde el arte" (2007). Coeditor de "Insignificancia y autonomía " -debate a partir de Cornelius Castoriadis- (2007), "El cine y su laberinto - literatura, pintura y sociedad" (2009).
En Poesía: "Quipus" (1981) "Des-nudos" (1984). "Voces en el interior del sueño de la piedra" (1991), "Poética del tiempo" (1997) y "Motivos en color de perecer" (2003), que obtuvo el Premio del Fondo Nacional de las artes. Integra la antología "La poesía del siglo XX en Argentina (Colección Visor de Poesía, Madrid 2010). Uno de sus libros ha sido traducido recientemente al francés.
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