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Libertad Demitrópulos (izquierda) en la ciudad de Santa Fe invierno 1989
Libertad Demitrópulos tenía con la palabra una relación extraordinaria. Algunas páginas de su novela “Río de las congojas” producen un efecto de deslumbramiento e incertidumbre al mismo tiempo. He llegado a pensar que la relación a veces extrema, a veces de inquietud, otras tantas de tensa incomodidad que Demitrópulos sostuvo a la largo de su vida con su propio cuerpo, le enseñó algo peculiar en este oficio de enhebrar y desenhebrar palabras. Libertad solía decir que si su cuerpo no le hubiera puesto tantas vallas y limitaciones quién sabe cuán desbordante hubiese sido su proceder. Las palabras de sus textos relucen y se contienen a la vez de un modo inigualable. Lo grande y lo pequeño del mundo tironean entre sí, como esas mujeres de sus relatos que con una honda dimensión de su interior pelean sus necesidades ante unos hombres que se explayan sobre el mundo con voracidad.
Estos son dos poemas que integran su libro “Muerte, animal y perfume” (Ediciones del Dock Bs As 2008, primera edición 1951)
Cada vez que te amo
Cada vez que te amo me suceden las cosas
más tristes, me aprisionan de lejos,
me golpean a espaldas, veo mariposas.
Cada vez que cumplo con mi sangre en morir
estoy sin perros, paseándome en espejos.
No puedo consolarme ni dejar de sufrir.
Cuando no te amo y ya me he muerto,
me siento alegre porque me has dejado
crecer de noche y en lo descubierto.
Grito cuando te olvido, sin embargo.
Soy un caballo en pelo y desbocado.
Yo me persigo en un bosque largo.
……..
Bailarina de Delfos
Me alejo de mi corazón
y de pronto la alegría me deja sorda.
Corro ciega, hechizada por el cuerpo,
en un empuje del alma
y los mirlos de mis ojos
arden con un olor de ébano.
Así como si en Siria o en el Líbano,
o en la roja Delfos, el sol se estremeciera,
es el clamor de mi sangre negra.
Quiero gritar, irme volando,
retenerme en mi espíritu,
amarme como nunca, asesinarme.
Y me agita la música
sin mi mortal corazón,
en medio de toda la tristeza.
¡Con qué pasión el movimiento
me contiene sin el tiempo!
Mas la tristeza
es siempre la nota más profunda,
aunque mi locura de alegría
ruede en el desorden de mi alma
y me aniquile
como una música.
Yo conozco otra tarde en este cuerpo,
otra tristeza más muerta.
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