Espiral de Saraswati

domingo, 29 de julio de 2018

PILAR ROMANO: "El desamparo bajo la cama"

                        El desamparo bajo la cama” en la perspectiva multigenérica
                     



 Leer “El desamparo bajo la cama” es ante todo entrar en un mundo muy poblado de personajes. Lo interesante es que  es un libro de cuentos y el cuento tiene como ingrediente fundamental la peripecia, la situación en sí, el recorte del acontecimiento, mientras que para la novela el eje es el personaje. Aquí, sin embargo, aunque los cuentos son cuentos cabales en el concepto más estricto del término,  el protagonismo que se le otorga a la categoría personaje liga inexorablemente este texto a la novela.  Después de leer cada cuento lo que se sobreimprime en la memoria es la fuerte presencia de ese personaje construido con carácter y peso propio. Pero, por otro lado,  cada cuento se inicia con una cita poética, en este sentido se vincula  obviamente con la poesía por lo que cada cuento establece una relación indisoluble con lo lírico y nos invita a asomarnos a los poetas citados, a salirnos de los márgenes que el cuento ha establecido. Estamos entonces ante un género cuento que extiende sus conexiones en principio hacia dos géneros diferentes, dos géneros con dos tradiciones y orígenes  también diferentes. Ahora bien, si nos detenemos y prestamos mayor atención podríamos  descubrir que por su factura algunos cuentos rozan la modalidad llamada “crónica imaginaria”, ya que son planteados  con ciertos giros que juegan con la posibilidad de  narrar una situación que pudo existir en lo real, esto se detecta en la forma en que el narrador  plantea la historia.
    El cuento es tradicionalmente un género  nacido en la oralidad, nos conecta con el principio de los tiempos, la novela es un género de la modernidad que no puede pensarse sin la invención de la imprenta y el avance de la burguesía. El cuento tiene un tinte local y la novela se pretende más universal por pintar los tipos sociales. En cuanto a la poesía se la puede pensar como un registro de minorías en la actualidad, con algo de exquisitez aunque su origen también está en el principio de los tiempos, no es tan antigua como el cuento y  está asociada a la música. Hay además  en estos relatos acercamientos a otros géneros como el relato biográfico, el monólogo teatral, las voces del tango, el discurso dramático  y el del radioteatro.  Este entrecruzamiento de géneros en un libro de cuentos habla de actualidad en un momento en que los límites entre las distintas expresiones o modalidades expresivas tienden a borrarse o, al menos, a difuminarse.  
   El libro comienza con un prólogo donde la autora establece su posición con respecto a una palabra eje del título: desamparo. Ese es el núcleo en el que se tematizan los relatos. Y  define esta emoción,  la categoriza y se separa de ella, se distancia diciendo que no entra en su mundo,  afirma: “no recuerdo haberlo sentido”, así prepara  las condiciones que  les darán lugar a los personajes, a cada uno de ellos con la alta envergadura que van a ir cobrando en este libro. ¿Esta separación de la autora en un prólogo remarca el carácter ficcional de los relatos?  ¿O es acaso la mejor manera de  enunciar que está tan ajena a ella como para constituirse como un espacio autónomo?  Yo diría que Romano abre un aspecto de indagación. Nos instala ante una pregunta que nos lleva a pensarnos individualmente frente al desamparo. De este modo nos asomamos al  universo de los personajes advertidos, despiertos, atentos.  La frase de la autora es “no recuerdo”. Vaya frase. Nos   lleva al primer párrafo del Quijote,  novela primordial para nuestra lengua. Tengamos en cuenta que el acto de recordar supone una actitud de revisión.
   El título del libro resulta sugerente, podríamos considerar que la cama es un lugar íntimo, acogedor, protector, amigable y que justamente debajo de ella se oculte el desamparo llama la atención: Hemos entrado así en un mundo desacomodado.
    Un rasgo sobresaliente es que figura la cita inicial  o epígrafe de un texto poético en todos y cada uno de los cuentos. Si la cita hubiese estado en algunos, o faltara al menos en uno sería distinto. Sin embargo no, hay una cita en todos los cuentos  que nos impulsa a salirnos del encuadre del género para asomarnos a ese otro género tan antiguo y tan jerarquizado  como la poesía,  pensemos que el cuento categorizó su preceptiva bastante tardíamente con respecto a la poesía que ya venía desde varios siglos con sus rimas y sus estrofas, aunque como bien sabemos el cuento fue una expresión de la cultura popular oral durante milenios antes de que Poe  estableciera las bases de su funcionamiento a fines del siglo XIX.  Entonces cada cuento es introducido a través de un poema de un autor o autora diferente. Ese marco es sumamente elocuente.  ¿De qué manera se articulan estas dos clases de discursos? ¿Cuál es el guiño que nos está haciendo la autora? ¿Hasta qué punto esos encuadres con fragmentos de poesía se entrometen, interactúan o forman parte de la trama de los cuentos? ¿Son una mera ilustración o potencian el sentido de los relatos que enmarcan?  Lo veremos.
   El primer  cuento “El pueblo quiere saber de qué se trata”  está encabezado por un poema de José Ángel Buesa, poeta cubano, romántico, nacido en 1910,  y no es un dato menor que haya sido compositor, ligado a la música y por lo tanto entroncado en la cultura popular, vinculado a la radio y televisión cubana.
  Las primeras frases de este primer cuento dicen: “Algunas historias son difíciles de creer aunque hayan ocurrido”. La autora deja abierta la puerta para suponer que podría haber ocurrido,  da cuenta o patentiza un hecho que ocurrió en lo real, por lo que podemos considerar a este cuento concomitante con la llamada “crónica imaginaria” que está siendo desarrollada por autores relativamente jóvenes como el chileno Pedro Lemebel o el argentino César Aira. Empezar un cuento  con esta frase lo desarrima del coto cerrado típico de la preceptiva cuentística. Y si le prestamos más atención a estas frases  no sería errado entroncarlo con el teatro: “Esta es una historia del regreso tardío… etc., etc., etc.” Así en cierta línea del teatro clásico se presentaban los eventos con una voz en off o con un relator personaje. Pero más acá en el tiempo, ese tipo de discurso fue tomado por el radioteatro, de modo que al entrecruzamiento de poesía y novela, se detecta   un nuevo subgénero que se articula enriqueciendo el relato  junto a otros tipos de expresiones literarias. Es importante recalcar que cada  cuento de “El desamparo bajo la cama” no deja de ser cuento en su factura bien trazada, no rompe con la preceptiva establecida para el género, pero  nos remite a otros géneros sin salirse de su encuadre en ningún momento. No se puede desatender la presencia de la autora en esa voz reflexiva que opina sobre lo que va a suceder, esto enfatiza su concomitancia con la ya mencionada crónica imaginaria. El primero es sin duda un relato con tono evocativo. El ejercicio de la memoria y el recuerdo como escenario  imprimen la nostalgia en el clima del relato. El desamparo es un desamparo cultural, un desarraigo.  Suelo darle importancia al primero y al último relato de un libro, en un país como la Argentina forjada por la inmigración, no es un detalle menor que el primer cuento sea el de un extranjero. De este personaje  central si tuviéramos que escoger una parte del cuerpo diríamos que son los pies, los pies nos ligan a nuestro terruño, los pies en la medicina cuerpo- mente representan a la madre por su conexión con la tierra. El hombre camina va y viene durante este primer relato que está atravesado por el poder de la evocación. Evocar: volver a traer aquello estuvo en el aquí y ahora, nos sitúa en el conflicto de lo temporal, de lo que cambia y de lo que permanece. En este cuento se citan subgenéros musicales: cumbia, zamba y se menciona al radioteatro que fue cultivado por el poeta citado, así tangencialmente la poesía  inicial se roza con el contenido del cuento. Y un detalle significativo, se menciona a Catamarca en un libro en el que, aunque aparezcan de tanto en tanto, no hay  demasiadas señalizaciones específicas de los lugares físicos.
   El segundo cuento “No era la Jackson” está marcado por la distancia, la del plano social con el que se convertirá en el padre de su hijo, un doctor, la de los kilómetros entre ciudad y ciudad, la  insalvable distancia entre el mundo de la actriz Glenda Jackson y la de su personaje principal apodada también Glenda. La mujer protagonista no alcanza a simbolizar esas distancias y justamente  esa incapacidad será la que la ubicará en situación de desamparo. Su desamparo es un desamparo de apreciación de los hechos, ella no alcanza a medir las separaciones sociales. En este cuento también se cita el radioteatro, aparece la Virgen de Itatí, el barrio Granaderos correntinos, las ciudades  de Goya y Buenos Aires pero a pesar de estas marcas de la región no podría decirse que se registra el costumbrismo. El costumbrismo no es una línea que sea especialmente trabajada en este libro, antes prevalece su concomitancia con la crónica por el modo es que presentado el cuento, por ser una historia referida,  un hecho que  de alguna manera aconteció y que el espacio del relato reproduce. Los cruces aquí acercan el modelo cuento a la biografía y a la crónica imaginaria sin desbandarse, sin abandonar la preceptiva cuentística pero estableciendo contactos y, por supuesto, lo que sobrevuela después de leer el cuento en el lector es la estatura de personaje de Glenda. La peripecia articuló el cuento, pero el sedimento es la categoría personaje sobresaliendo considerablemente por encima de la peripecia entroncándolo con un planteo novelístico.
   En el tercer cuento “El día que fue viernes” los versos de un poema de Neruda tienen otra función con respecto a la de los poemas de los dos primeros relatos que operan más como ilustración y acompañamiento de la historia. En este relato el poema podríamos decir que se introduce en el texto,  ya que el personaje es llamado El cartero debido a su costumbre de recitar la obra de Neruda, este apodo se le otorga en el pueblo porque sus habitantes, ignorantes de quién era Neruda, lo conocen a través de la película “El cartero de Neruda” basada en una novela del chileno Antonio Skármeta que  ficcionaliza un período de la vida del poeta. En este caso la poesía como género incide mucho más en la estructura cuentística. El personaje recita el poema que es el epígrafe del cuento. Aquí poesía y cuento están imbricados.
      Del narrador en tercera de los dos primeros  relatos se ha pasado en este cuento a un narrador plural, un nosotros que lo acerca mucho más al género de la crónica imaginaria tan reflotada en la actualidad.  Un nosotros que luego deviene en un yo. Y también más cercano que los dos anteriores al discurso biográfico. Discurso biográfico que se liga al movimiento de estas últimas décadas de la novela histórica que en realidad debería denominarse “biografía novelada”. Crónica imaginaria y biografía novelada bajo la estricta estructura de un relato cuentístico. Se visualiza en este tercer cuento una característica del narrador de este libro: no sabe todo, sabe algo que es lo que relata pero no es un narrador omnisciente, tampoco es un narrador participante, es un narrador que está allí, al costado,  y observa. Un narrador testigo. Las voces de Neruda en la forma de poemas atraviesan el relato y funcionan como intertextos, aquí la fusión entre narrativa y poesía se ha hecho más patente, más potente. Eugenio, el personaje del cuento,  se caracteriza por un no saber, por un desconocimiento, por una falta de comprensión más aguda que la de la falta de acuse de las distancias en Glenda, en el cuento anterior y ese es su desamparo, un desamparo de incomprensión,  así como el de Glenda fue un desamparo social. Eugenio pregunta constantemente, cualquier día de la semana, si es viernes. El desenlace del relato es una metáfora: se atraviesa el vidrio rompiéndolo, un vidrio que ha separado las dos realidades ya no se interpone entre ellas.
   El cuarto cuento “Ángela vuelve del invierno” tiene una cita nada menos que de Alejandra Pizarnik. La voz surcada por el extravío de Pizarnik se encarna en este personaje con su cabeza frágil, su frágil cordura y su búsqueda de un lugar, un simple lugar para dormir. Este “sin lugar” es un rasgo de los mundos pizarnikianos. Podría decirse entonces que el cuento por su clima,  su peripecia, por la falta de densidad del personaje articulan la poesía de esta poeta argentina,  el diálogo se establece desde adentro, desde su columna vertebral.  La situación del personaje es prácticamente una alegoría de lo que nos transmite la poesía de Pizarnik. Pilar Romano no podría haber escogido mejor cita que la poesía de Pizarnik para este relato. Una mujer sin casa se presenta como la  más ajustada metáfora de lo que Alejandra Pizarnik transmite en su poesía atravesada por la sensación de no pertenencia, una poesía llevada al extremo de la síntesis y la musicalidad en un cuento que hace espejo con su voz en varios niveles.
   El quinto cuento titulado “Desamparo” tiene una cita del poeta Elías Nandino. Pensemos que este cuento está casi en la mitad física del libro y lleva por título  el sustantivo clave que le da título al conjunto. A medida que lo leemos se puede sentir que es una bisagra dentro del libro porque la categoría personaje que tanto ha sobresalido en este trazado, al punto de hacer concomitar el cuento con el género novela, se disuelve aquí donde casi no hay personaje y la palabra “desamparo” llega a su más unívoca expresión. No sabemos de qué se trata y quizá este sea el más cuentístico de todos los cuentos del libro. Pero a su vez el lenguaje nos arrastra a un lirismo que lo emparenta con la llamada “prosa poética”. Es un cuento de atmósfera.  La intriga de quién habla, de dónde está, de cómo llegó hasta allí es muy fuerte. Dado que no hay indicios claros  es factible pensar que  se trata de un ser secuestrado, que no percibe bien lo que existe alrededor de él. Desde dónde nos está hablando esa voz que no registra límites físicos ni percibe con nitidez lo que la rodea. Aquí también hay un “no lugar” pero un no lugar más metafísico. El sentimiento predominante es el miedo que se acopla a las palabras del poema de la cita inicial. En principio el miedo de no poder reconocer dónde se está. La voz nos habla de ser apresado o capturado. Todo el cuento es la construcción de una atmósfera inquietante, de zozobra y confusión, finalmente nos enteramos de qué se trata. Esa falta de identidad acerca al personaje a la entidad y lo alejan de ser persona.   Es la voz de una conciencia que apenas tiene conciencia de sí y de la existencia de su propio cuerpo. Es casi un cuento sin personaje. Se ha narrado la situación por lo que lo cuentístico tuvo primacía.
  El sexto cuento “Solamente mía” tiene una cita de  Julio Cortázar y si decimos Cortázar decimos juego, decimos ingredientes lúdicos. Este sí es un relato de un yo plural,  los personajes son muchos,  por lo que la biografía novelada se aleja en sus procedimientos, no así el de la crónica imaginaria enfatizada por este personaje testigo que da testimonio de los hechos. Si bien en el tono del cuento no resuena ese  giro fantástico y divertido de Cortázar,  predomina un aire ligero, de anécdota oral, de suceso que no altera las emociones graves. Este narrador hace un relevamiento de los distintos personajes que acuden con frecuencia a la mesa del bar, sitio obligado de reunión amistosa. Y a pesar de que el desenlace es nada menos que la muerte, el relato no pierde su tono leve dialogando con las formas de la narrativa de un Cortázar que se hizo presente a través de uno de sus  poemas. El entrecruzamiento entre poesía y cuento se produjo desde lo interno, desde el tono escogido y el clima del relato.
   El séptimo cuento “Las mitades de Francisca”, tiene la particularidad de haber sido escrito en segunda persona,  esta elección no es casual, alude a una mujer partida por la mitad, la forma en que el relato pidió ser narrado exigía un cambio del punto de vista del narrador. El personaje de esta mujer tiene  además otra particularidad: posee un dedo de más en la mano. El poema inicial, de corte popular, es una señal que luego encontraremos en su desarrollo. Este tema puede rastrearse en la tradición oral de las leyendas que llegaron hasta nosotros sin la rúbrica de la escritura, un corpus literario que aún no se ha legitimado lo suficiente. ¿Acaso esta mujer dividida en dos partes, una buena y otra mala, una animal y otra humana no se parece un poco al lobizón, mitad hombre y mitad lobo? La concomitancia con esta vasta literatura, que durante mucho tiempo no entró en el canon pero que está siendo revisada su exclusión desde hace algunas décadas, es otra conexión con un género no estrictamente circunscripto al cuento tradicional. Este relato sin duda tiene  su dosis de leyenda que es la simbolización de una conciencia colectiva en una determinada región. Se registran aquí ciertas situaciones del radioteatro que ya fue mencionado dos veces en cuentos anteriores. El  detalle de que el personaje se despierte  sorpresivamente en un zaguán y el tono con que está narrado lo  ligan a este subgénero literario.   Aparecen también elementos mágicos. No casualmente relatos como el del lobizón fueron adaptados a los guiones radioteatrales. Tenemos a una curandera con rasgos físicos inusuales haciendo magia blanca: el tema se entronca en los relatos populares que son tomados como materia en el radioteatro. Radioteatro o folletín trabajados y resignificados como lo hizo  la escritora Libertad Demitrópulos en varias de sus novelas. Animarse a introducir estos elementos es un rasgo de modernidad. Por otra parte esa voz del narrador que interpela al personaje tiene el sello de lo teatral, cercana al monólogo.  En la descripción del nacimiento de su hijo  se  pueden observar ingredientes folletinescos narrados con cierto humor. Que un personaje tenga un rasgo muy  distintivo como en este caso seis dedos es  una característica típica de las narraciones orales de corte popular que, como ya dije, cada vez más están siendo introducidas en el canon literario. Se podría decir que esta mujer de dos mitades es un personaje radioteatral. Estamos frente a una perfecta reelaboración y actualización del género popularizado a través de la radio
   El octavo cuento “Entre butacas” con  una cita de César Vallejo también está narrado en tono conversacional, es un cuento concomitante con la crónica imaginaria y aunque hay un padre y un hijo, el personaje principal parece ser el tiempo mismo  con su inevitable capacidad de cambiar las cosas. Tiene un tono evocativo, de nostalgia. Nos plantea la pérdida de un lugar simbólico. Quizá sea de entre todos el cuento más se acerca al costumbrismo.
   El noveno cuento “Pre-celular” tiene una cita del poeta mexicano Jaime Sabines. El inicio lo acerca a un relato de crónica pero el desarrollo y especialmente el cierre del relato son absolutamente cuentísticos.
   El décimo cuento “Uno de los siete” lleva un epígrafe poético de Leopoldo María Paunero. El relato tiene cierto toque tangueril, la historia, por el modo en que está desarrollada, nos recuerda esa capacidad envidiable de los letristas del tango de condensar una vida en pocas palabras; quizá la vergüenza  que la hija experimenta al ver a su padre trabajando modestamente en la práctica de un oficio menor es un tema tanguero por excelencia. Aludiendo al nombre de un caballo se menciona otro de los géneros legitimados recientemente: la historieta, teniendo en cuenta que el título del cuento nos remite a un cuento de tradición oral centroeuropeo recopilado por los hermanos Grimm: “Blancanieves”, estas menciones no son inocentes, tiene una función dentro del esquema que he detectado en el libro de lo multigénerico al incluir historieta y cuento infantil.
   El cuento onceavo “El llamado” nos acerca  a la poesía a través de un autor A.Tennyson, con su “Ulises”. Insisto, recordemos que todo el libro nos está convocando a ir hacia la poesía, a investigar si no conocemos al o a la poeta. Un libro que se abre hacia otros géneros solapadamente o abiertamente en el caso de la poesía, en este cuento precisamente tiene una nueva función, su mecanismo se circunscribe mucho más a las pautas del cuento. Y  significativamente lo que abre el cuento, el poema es un modelo del monológo dramático.  En el devenir de la historia se termina mencionando a Penélope, aludiendo a la mitología gregolatina. Han sido varios los personajes del imaginario que han sido citados en este libro. Ahora habría que pensar que la cita del poema que alude a la heroicidad nada menos que de Ulises, personaje mítico  caracterizado por atreverse a enfrentar las empresas más duras, entró en  diálogo con el cuento en el que el personaje masculino es incapaz de dar el paso hacia la aventura, por lo que gracias a esa cita poética  el cuento ha adquirido decididamente un matiz irónico que la autora deja deslizar.
  El último cuento “Párrafo clave” se inicia nuevamente con el gran poeta peruano César Vallejo. Tiene el perfil del relato folklórico, por la situación y la factura de los personajes y es impecable desde el punto de vista del género. Volviendo a lo que expresé antes, el primer cuento y el último  connotan más por su ubicación. En este cuento se alude a una carta, una carta que no puede ser leída por su destinatario, el desamparo  entonces radica en estar ajeno a la lectoescritura, justamente.  El libro se cierra con la imposibilidad de lectura dentro de la ficción, un cierre magistral, teniendo en cuenta que la palabra que nos ha convocado como lectores ha sido desamparo.

   “El desamparo bajo la cama” reescribe las líneas que han encapsulado los géneros literarios durante siglos y lo  realiza de una manera original, sin romper los esquemas, integrándolos, fusionándolos con sutileza, haciendo resonar sus distintas voces mientras mantiene intacta la sólida estructura del cuento, en un momento de la cultura y de la historia de la literatura en el  que la revisión de los géneros está en boga y en el que la interdisciplinariedad no sólo en términos estéticos sino científicos y culturales se encuentra a la orden del día  en la expresión y búsqueda del asentamiento de un  nuevo paradigma.  Los géneros concomitantes, como ya he ido señalando,  que se van ensamblando  y convergen con la estructura cuentística son la novela o más exactamente la biografía novelada, la poesía,  la crónica imaginaria, la leyenda, el cuento folklórico, giros del discurso radioteatral, el enfoque y las voces del tango, entre otras posibles de detectar. Un libro que logra mantener su perfil más clásico pero actualizando la mirada en el siglo XXI, una ruptura silenciosa de las formas, un diálogo con  diversas modalidades expresivas de vastos márgenes. Bienvenido los lectores que encontrarán en él ecos de voces familiares, de  modos de simbolización que no han perdido su vigencia en un mundo que no deja de cambiar
“El desamparo bajo la cama”, de Pilar Romano- Ediciones Moglia, Corrientes 2017






Pilar Romano es oriunda de la ciudad de Corrientes donde reside. Inicia su labor literaria en 1983 orientándose hacia la narrativa. Tiene publicada una novela “Inocencia Plenaria”, (Moglia Ediciones 2001) y los libros de cuentos “Azahares y fantasmas” (EUDENE, Editorial de la Universidad Nacional del Nordeste, 1999), “La plaza de los naranjos” (Moglia Ediciones 2002), “Tiempo de lavar” (Moglia Ediciones 2007), “Extraño barco de papel” (Editorial MediaIsla-USA, 2008) y “Más acá del Purgatorio” (Moglia Ediciones, 2013).  Sus poesías así como otros cuentos, aparecieron en foros y páginas literarias de Internet. Sus trabajos en narrativa aparecen también en diversas antologías, como Prostibularias II (Asunción del Paraguay), Relatos andantes (Editorial Dunken, Buenos Aires), Penélope sale de Itaca (Asunción del Paraguay),  Mundo de muñecas con trabajos de narradores correntinos y valencianos. Desde todo el silencio publicada por el Movimiento Internacional de Escritoras Los puños de la Paloma. Su cuento “La Kiki” ha sido llevado al formato teatral y fue representado por un elenco de la ciudad de Asunción del Paraguay.  
  Sus poesías así como otros cuentos, aparecieron en foros y páginas literarias de Internet. Sus trabajos en narrativa aparecen también en diversas antologías, como Prostibularias II (Asunción del Paraguay), Relatos andantes (Editorial Dunken, Buenos Aires), Penélope sale de Itaca (Asunción del Paraguay),  Mundo de muñecas con trabajos de narradores correntinos y valencianos. Desde todo el silencio publicada por el Movimiento Internacional de Escritoras Los puños de la Paloma. Su cuento “La Kiki” ha sido llevado al formato teatral y fue representado por un elenco de la ciudad de Asunción del Paraguay.
Ha obtenido premios nacionales, regionales e internacionales., todos en el género cuento. Entre otros el premio Bienal “Juan Torres de Vera y Aragón” para adultos inéditos, edición 1992 (Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Corrientes), Primer Premio Concurso Literario 75 aniversario de la Sociedad Israelita Scholem Aleijm, 1995, Primer Premio del Certamen Nacional de Cuentos organizado por la Municipalidad de Campana (Buenos Aires) 2000. Mención especial del Certamen Internacional de Cuentos convocado por Alina (Chile) 2008.
  En el campo laboral ha desempeñado tareas docentes en el nivel medio y funciones jerárquicas administrativas en el ámbito universitario, municipal y provincial habiendo sido titular de la Subsecretaría de la Provincia de Corrientes 1998/2000.



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