No de un modo gratuito en estos relatos de Graciela Gliemmo ("El tiempo que quieras", Ed. Libros del Zorzal, Bs.As. 2011) algunos personajes pintan o sacan fotografías, intentando de esta forma llevar la multiplicidad inabarcable de la vida a la bidimensionalidad de una imagen, para capturar al menos un poco de todo eso que se desvanece, para comprender, para descifrar, en suma para simbolizar. Frente a esto la tridimensionalidad del cuerpo humano se presenta una y otra vez difuminando el intento de captura, de comprensión. Esta oscilación entre lo simbólico y lo real, entre lo inmaterial y lo visible, entre lo imaginado y palpable campea en la mayoría de los relatos en los que la perspectiva honda del mundo interior especialmente de las mujeres se impone. Presenciamos cierto forcejeo entre estos dos planos y un intento de fusión. A veces los opuestos resuelven su contradicción rozándose o disolviéndose en la ambigüedad. Tampoco es gratuito que algunos relatos hayan sido escritos en tono conversacional, el uso de la segunda persona necesita de dos instancias, se alimenta del replique. Distintas situaciones, cierto matiz evocativo, un tono leve y terso, un tono tenue que se desliza y va merodeando la vida., a veces nos vuelve cómplices de una reflexión sobre su sentido apoyado por lo general en lo más concreto, en lo más mínimo y cotidiano. Algunos de estos relatos son sostenidos por una mirada que tiene una dosis de ingenuidad que enriquece el efecto de incertidumbre. Presenciamos el desfile de seres vacilantes que buscan alcanzar algo que está afuera, acontecimiento, objeto o ilusión y el cuento se torna entonces un buceo interior y así la interioridad se ahonda y se expande devorando el espacio del relato. El afuera es apenas un punto de motivación que aunque no se desdibuja va convirtiéndose en algo más, siempre algo más que, afortunadamente, no termina de ser dicho. Resulta significativo que el último cuento y así el libro en su totalidad concluya con la palabra “siempre”, escrita entre comillas, con esta palabra se araña lo que no se puede tocar con las manos, en ella está contenido lo absoluto, eso que vibró durante todo el libro mientras se narraban los acontecimientos cotidianos.
Graciela Gliemmo nació en Buenos Aires, Argentina. Es escritora y editora. Es autora de La huella de la memoria (1994, Subsidio de la Fundación Antorchas ), Dolores Costa y Justo José de Urquiza (1999) y La otra Alfonsina (2002, en colaboración con Ana Silvia Galán). Realizó varias antologías de relatos, entre las que se cuentan La Venus de papel (1993 y 1998, en colaboración con Mempo Giardinelli), La vida te despeina (2005), Madres por madres (2006), Vino para contarnos (2007) e Historia de guardarropa (2010). Adaptó para el público infantil textos de la literatura universal, entre ellos Las mil y una noches, y estuvo a cargo de varias ediciones escolares de autores argentinos contemporáneos. Muchos de sus ensayos, relatos, artículos, entrevista y reseñas fueron publicados en libros colectivos, y en revistas y suplementos culturales nacionales y extranjeros.
Ejerció como docente universitaria y fue, además, investigadora del CONICET y de la Universidad Nacional Autónoma de México. Coordina, desde hace varios años, talleres de lectura y escritura.
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